Go Ahead and Die (Nuclear Blast, 2021)

Varios meses atrás salía a las calles este nuevo proyecto de Max, con su hijo Igor Cavalera (si, le puso el mismo nombre que su hermano… en fin), ambos en voces y guitarras, junto a Zach Coleman en batería. 

No lo reseñé en aquel entonces porque tenía cantidad de trabajos más interesantes para dedicarles mi tiempo. Pero aun así siempre me quedó dando vueltas la idea de presentarlo en el sitio, ya que nadie puede negar el interés que despierta una personalidad como la de Max Cavalera.

“Sigue adelante y muere”, algo así es lo que significa literalmente el nombre de la banda, y del álbum. Eso es lo que tendremos. Con la portada intuimos que no habrá muchas vueltas. Su aire sencillo y directo enmarca la propuesta desde el contexto agresivo y social, sin coloridos, sin detalles, ni mensajes subliminales… Palo y a la bolsa.  

“Truckload Full of Bodies” inicia machacón a golpe directo de batería con unas métricas vocales tan sencillas como la tabla del uno. Acá no hay que pensar nada, pareciera que la idea fuese enchufar y tocar lo que salga. Inclusive notaremos un audio seco y totalmente “en directo”. Y aquí es donde radica el primer problema del trabajo. Quién escribe es un amante y defensor del sonido natural de baterías, sí. ¿Pero es necesario en estos tiempos que corren dejar que esta se mueva libremente a merced del cansancio o la vehemencia del baterista? ¿No querés usar un metrónomo para grabar porque eso no es “trve”?, ok. Hace más de treinta y cinco años David Lombardo grababa una de las mejores e influyentes obras del Thrash de todos los tiempos sin metrónomo. Ese trabajo en ese momento (o en cualquier momento, hoy inclusive) es una demostración de porqué alguien puede prescindir del metrónomo a la hora de grabar un álbum de estudio. El problema es que no todos son Dave Lombardo.  

Temas como “Toxic Freedom” intentan buscar el gancho uniendo bases con guiños que van desde Celtic Frost al viejo Sepultura, que no desentonan con tracks más agresivos como el siguiente “I.C.E. Cage” o “Isolated / Desolated”, uno más volcado al Punk y el otro levemente al Grindcore. 

Dentro de los riffs trillados de “Prophet’s Prey” tendremos varios momentos entretenidos para no perder pisada hasta que los rototoms, estilo “Schizophrenia”, dan inicio a “Punisher” haciendo de esta una pieza con mucho aire de vieja escuela. Podrido y directo, con vociferaciones monstruosas y mucho blast beat desde la batería, irá bajando el pulso hasta dar con “El Cuco”. Aquí se harán evidentes los guiños al Napalm Death de los ochentas, y pasarán la pelota a Bolt Thrower (o más que pasar la pelota, diría que se la roban) en el que lleva las siglas del grupo: “G.A.A.D.” Puedes tomar todo esto como descarados plagios, o como guiños a los grandes maestros, y así sentirte bien, o darte cuenta de que has desperdiciado tu tiempo escuchándolos. El arte actúa de distintas y sorpresivas maneras en cada uno. Ellos lo explican desde el vamos haciendo una señal de “Fuck you”, así que en los siguientes “Worth Less than Piss” o “Roadkill” tendremos más de lo mismo para entretenernos o amargarnos. Desde las voces vamos a reconocer fácilmente a Max, y notaremos que Igor abusa un poco más de la distorsión, como en “(In the) Slaughterline”, donde ambos se fusionan muy bien. 

Podemos trazar una línea comparativa con los noruegos Darkthrone, para tratar de entender el porqué del sonido, y todo lo que hace a este trabajo digno. Partiendo de esa base muchos podrán sentirse a gusto escuchando este álbum, sin la necesidad de tener que prestar demasiada atención, pudiendo inclusive dejarlo de fondo en reuniones con amigos como un buen acompañamiento. Pero muy distinto puede ser para aquel que gusta de escuchar música en un ambiente de introspección, ya que Go Ahead and Die no tiene absolutamente nada de creativo para ofrecer. Bueno… Sí, si no entendiste el concepto seguí tu camino y andate a cagar! (en definitiva).