Una de las bandas más longevas de Death Metal estadounidense sigue saliendo de las cavernas para nadar en aguas pantanosas. Yendo y viniendo por un mismo camino, a paso firme y con la templanza que un líder como John McEntee puede ostentar; desprovisto de las tentaciones de la industria, como un simple trotamundos de su propio mundo. Un mundo al que esta vez nos lleva por una senda conceptual escrita por el bajista Chuck Sherwood. Enmarcándose en la teoría evolutiva de un ser mortal y su ascendencia a través de la iluminación para transformarse en una deidad. Si hablamos de obra conceptual, un lado de mi mente estructurada pone el primer quejido en la forma de encarar este álbum. Los números romanos en los nombres de los temas están desordenados en relación al orden de los tracks. Soy de la escuela en donde después del uno viene el dos, por ende, creo que hay que adaptase a eso si queremos hacer un álbum literal y linealmente conceptual. Desordenar las canciones porque no encajan musicalmente me suena a no arriesgarse del todo a terminar un concepto. De todas maneras, no deja de ser algo bastante único (por lo raro al menos) y después de todo ¿quién soy yo para quejarme por esto? Bueno, no es una queja, es más bien una inquietud.
No se toman ni cinco segundos para tirarte el Death Metal directo a la cara. “Offerings (The Swarm) IV” la blastea, la empantana, la pudre, y baja mucho cliché clásico del género, que nos seguirán mostrando en “Concordat (The Pact) I”, y a través de toda la placa. Tenemos un buen audio y tenemos riffs ultra sencillos que no llegan a fastidiar o a sonar predecibles, por lo cual la placa adquiere una buena dinámica, sonando orgánica.
Encontraremos en “Chalice (Vessel Consanguineous) VIII” un halo fantasmal en las guitarras que se corporizan en destrucción caótica, totalmente aplicable a la portada realizada por Eliran Kantor. Mientras que piezas como “Homunculus (Spirit Made Flesh) IX” suenan más densas y pesadas. Un Incantation totalmente asfixiante, con un leve aire al viejo Orphanage. Doombeta y macabro; que se arrastra, evoluciona, se magnifica e intimida en “Invocation (Chthonic Merge) X”. Acá notaremos un claro ejemplo de dos temas en continuado (tanto por track como por su numeración romana) y lo bien que esto suma al resultado final.
“Megaron (Sunken Chamber) VI” vuelve a desarticular la estructura correlativa conceptual y retoma la idea de completar la composición con los matices más violentos en contraposición a las cadencias más doombetas del Death Metal, que continúan arrastrándose en “Convulse (Words of Power) III”. Sencillez bien moldeada por la voz putrefacta de John McEntee, sin vueltas más que algún bajo dibujándole la sonrisa al diablo.
Temas como “Altar (Unify in Carnage) V” y “Circle (Eye of Ascension) VII” (con dos pilares del Metal de la muerte, como lo son Jeff Becerra de Possessed y Henry Veggian de Revenant, invitados a vociferar) continúan en la línea más oscura y pantanosa llevándola hasta el extremo de la asfixia, dejando a “Exile (Defy the False) II” en medio, para tomar las últimas bocanadas de aire antes de caer rendidos en el abismo. Este decimotercer álbum de Incantation mejora en cuanto a la producción de su anterior trabajo, pero musicalmente tal vez se noten menos los claroscuros. Esto puede ser importante para algunos, mientras que otros preferirán el acercamiento a discos más directos como Vanquish in Vengeance de 2012. Acá no hay nada que no hayamos escuchado, nada realmente memorable o sorprendente, pero a pesar de escribir todo esto, debo decir que “Unholy Deification” no es para nada un mal álbum. Incantation no busca nada, simplemente hacen lo que les sale y les sale bien mantenerse en su fórmula.