Iron Maiden – “Senjutsu” (Parlophone, 2021)

¿Se puede empezar diciendo que el Eddie de la portada es uno de los mejores, al menos, de las últimas dos décadas?… ¿Y se puede, a la vez, criticar que otra vez le falta el fondo? Entonces desde la tapa podemos prepararnos para la dicotomía a la cual nos vamos a enfrentar, y nos enfrentamos hace tiempo. Pero Maiden es Maiden… nadie es, ni fue, ni será como Maiden. Eso es algo por lo cual generaciones enteras vamos a estar agradecidas siempre.

Ya con el Cd (doble) en mano, y habiendo resistido la ansiedad de caer en las garras de una calidad pedorra de Mp3, como la que estaba dando vueltas antes de la fecha pactada de lanzamiento, puedo subir el volumen del equipo, darle play, y sentarme en el sillón a describirles lo que estoy por vivir… un momento único.

Por vez primera (Somewhere podría catalogarse como excepción) un trabajo de la doncella inicia con el tema que le da nombre al álbum. Eso ya es una especie de novedad. Los golpes tribales de batería se hacen sentir directo en el pecho. El corazón parece mimetizarse, y nos hace notar la excitación de estar ante un nuevo pedazo de historia. Todo transcurre sin sobresaltos durante más de ocho minutos, actuando de clima introductorio donde podríamos destacar el trabajo vocal con sus capas armónicas, junto a los detalles de las guitarras (incluyendo sobre el final, algunos vibratos a palanca que suelen ser poco frecuentes), que sin mucho más, estiran la intriga por cómo continuará esto. Ahí nos topamos con “Stratego”, y admito que me hubiese gustado no haber visto antes en Youtube el “Official Audio”, porque la mística del anterior tema hubiera surtido su efecto con la continuación del segundo track. El galope de H se empieza a sentir, y nos lleva a imaginar a esta canción sonando en los conciertos venideros. Un corte semi clásico estilo nuevo milenio, en el cual tenemos varios condimentos, incluyendo temática bélica. Dos puntos hacen que al menos para mí esta pieza no sea una real gema dentro del álbum. Uno de esos puntos son las guitarras acompañando la melodía vocal, porque un poco está bien, pero tanto se me hace cargoso, y lo mismo va para los teclados invasivos e incisivos en el estribillo.  

La gran mayoría que este leyendo esto habrá visto hace días el primer corte, “The Writing on the Wall”, y disfrutado del video animado, donde encriptaban muchísimo de lo que fueron y son. El frontman más sobrado de tiempo en el mundo, Bruce, también se encargó de dirigir dicha animación. No podemos menos que sacarnos el sombrero ante esta composición de la gran dupla (Smith/Dickinson). Honestamente siento que es la gema del disco. Hemos escuchado decir que es un tema tranquilo, que es largo para corte de difusión, etc. Pero para mí es exquisito, ya sea por los detalles únicos de lejano oeste distópico (más bien entre Mad-Max y los desiertos de Jabba, en Return of Jedi) que tan bien acompañan el video. Por la emoción que transmiten los increscendos y arreglos dentro de los coros, por las melodías, o por los solos de guitarras magníficos. Hay un poco de todo; desde la época solista de Bruce a bases óptimas y clásicas de la doncella. Lo cierto es que a medida que vamos sumando escuchas vamos sintiendo la piel de gallina; y escuchas, justamente, es algo que nos pide el disco entero, porque no es un disco directo al hueso (como hace añares), es un disco que necesita asimilación. 

Un tono melancólico envuelve a “Lost in a Lost World”, con sus guitarras acústicas que tardarán dos minutos en llegar a base. Una base clásica y repetitiva de la más obvia autoría del líder. Este tema tiene como buen punto la versatilidad de Bruce, donde podremos discutir, o no, los efectos utilizados. En cuanto a lo musical, me duele decir que Harris es quién empantana el disco. Nadie puede negar la calidad de sus métricas, sus melodías o cualquiera de sus ideas, el punto es que debemos admitir que se hacen demasiado largas, al menos es lo que yo siento, y sinceramente me aburre.  

Otra vez la dupla Smith/Dickinson levantan al equipo con “Days of Future Past”. Riffs gancheros, buenos solos, aceleradas, clima, y un Bruce que se canta todo. Cuatro minutos fueron suficientes para hacer de este (el tema más corto del trabajo), un dignísimo tema.

El encargado de cerrar el disco uno es “The Time Machine”. Una pieza variada de autoría Gers/Harris que contiene cantidad de buenos momentos, y se transforma en otra de las gemas en Senjutsu. Guitarras acústicas trabajando con los golpes de ride, teclados, voces dobladas, cortes progresivos, y un mix de melodías clásicas con detalles singulares dan forma a una canción que querrás volver a escuchar. 

Pasamos al disco dos con “Darkest Hour”. El ruido del océano y las gaviotas que sobrevuelan nos meten en clima para otra de Smith/Dickinson. Esta vez a modo de balada, que bien les podría haber sobrado a estos dos, cuando nos deleitaron otra vez allá por finales de los 90s. De aquí en más todo lo que queda es autoría de Harris. El primero de estos tres temas más largos en el disco es “Death of the Celts”, donde notaremos las clásicas repeticiones y los cambios de notas característicos con métricas vocales más sencillas, que irán mutando y agarrando aires folclóricos. 

“The Parchment” es el tema más extenso, con un total de doce minutos y cuarenta segundos. Comienza con una introducción que se hace demasiado larga, y se divide en dos partes hasta que al fin entra la voz. Cargará con largos tramos instrumentales que atesoran buenas partes de guitarras moviéndose en medios tiempos, y una cantidad de solos geniales, donde por momentos se notan pensados y por momentos zapados, creando con esto un buen matiz. Subiendo un cambio sobre el final.  

Otro inicio tranquilo con arpegios acústicos de bajo, teclados y detalles de guitarra para “Hell On Earth”. Una composición característica de estas últimas épocas con varios cambios de tiempo, donde podemos estirarnos tímidamente hasta Somewhere in Time, si dejamos nuestros sentidos fijos en el bajo. Los teclados actúan como orquestación entre hermosas melodías de guitarra y Bruce aporta un detalle de onda carraspera, que le pone la cuota de genialidad para que valga la pena haberse bancado otro tema tan largo como remate del disco. 

Uno de los mejores trabajos de Kevin Shirley tras las perillas, brindando un audio brillante y filoso (me vino la katana a la mente) con un buen golpe desde la base. Tal vez los teclados sean el punto confuso, ya que por momentos quedan hermosos y por momentos se hacen molestos. Inclusive suelen entrar y salir de forma abrupta, lo cual se hace más notorio porque por lo general tienen sonidos bastante agudos. Algo parecido ocurre con los efectos en la voz de Bruce, que no están siempre, pero cuando aparecen aportan un toque de novedad, y resultan muy agradables. Aunque admito que no todas las veces se me hizo igual de efectivo el resultado. 

Otro punto paradójico a mi gusto es Nicko. La verdad que da gusto escucharlo tocar. Siempre está aplicando sus sutilezas, sus rulos semi entrecortados, o su platos y campanas “tácticas”. Pero ese también puede llegar a ser el problema, porque lo cierto es que casi todo lo que hace (que bien hace) ya lo escuchamos una y mil veces. Podríamos cortar y pegar los fills de batería de cualquiera de los últimos discos en cualquier tema de acá hasta veinte años para atrás, y salvo por el audio más seco o más brillante de cada álbum, no podríamos dilucidar cuando lo grabó. En cambio, Paul Bruce si tiene sus detalles en cada época y cada álbum, y esta vez los he disfrutado muchísimo. Creo que gracias a él y a la cantidad de buenos arreglos y solos de guitarra puedo llegar a poner este trabajo por encima del anterior, aunque sea por leves momentos.

Otra cosa que quedará en incógnita es si algún aporte de Murray, compositivamente hablando, hubiera sumado la diferencia. Sabemos que Gers le aporta mugre y velocidad, Adrián el carisma y creatividad, relegando a pensar en Dave solo como alguien más clasicón. Pero podemos chequear cualquier DVD o cualquier show de estos últimos años y notaremos que quién realmente las clava todas al ángulo es él. Me quedé con ganas de saber que hubiese agregado desde las bases.

El formato estándar de un cd araña los 80 minutos de duración, cosa que a duras penas supera la suma de estos dos discos (3 para la edición vinilo) y es aquí donde podemos pensar en lo que llevó al estiramiento de algunos temas para justificar la edición doble. Cosa que, a mi gusto, y supongo al de la mayoría, de haberlo resumirlo a un sólo disco de sesenta minutos, este número diecisiete de la doncella hubiera sido la gloria.