Ni bien escuche el primer trabajo homónimo de esta banda me sentí atraído, épocas de Richard Warner en batería, Dave Pavlicko en teclados y Mark Vanderbilt en voces, me pareció un poquito más progresivo que el Power Metal que estaba acostumbrado a escuchar, lo mismo con su siguiente trabajo “Dominion”.
El salto con respecto a lo musical vendría con su tercer placa “Siege Perilous”, con el noruego Roy Khan poniéndose a cargo de las voces y el notable baterista Casey Grillo, adueñándose de los tambores.
De ahí en adelante todo comenzó viento en popa, con una banda explorando las distintas vertientes del Heavy Metal, teniendo un crecimiento exponencial a nivel compositivo y musical, sumado también a varios cambios en su formación hasta llegar al presente, con su último álbum que atañe a esta reseña.
Diciendo esto, los muchachos de florida nos traen su ultimo trabajo de estudio, que fue lanzado el pasado 17 de marzo (siempre llegando a mis manos gracias a mi amigo Jose Pavon, fuente inagotable de música), a través del sello Napalm Récords, y debo admitir que es la primera vez que escucho a Tommy Karevik en voces (no escuche Silverthorn), pero creo que esta placa es un redescubrimiento de la banda en sí con su sonido, que solía ser marca registrada y tenemos al vocalista saliendo por fin de la sombra.
También es una grata sorpresa encontrar a Alex Landemburg en los tambores, alguien que pude ver en vivo en el 2016 en el teatro de Flores con Luca Turillis Rhapsody .
La pieza que abre la placa es “Overture”, una linda y atrapante parte instrumental que da pie al inicio furioso (como es de esperar) de “The Great Divide”, guitarras demoledoras y coros excelentes, además de ser sumamente pegadizos, aquí ya la voz de Karevik comienza a tomar protagonismo, con su expresividad y versatilidad la canción logra lo que tiene que hacer toda apertura de un disco, golpear de entrada.
En “One More Flag In The Ground” (sencillo de promoción y correspondiente video) la banda reluce su veta progresiva de siempre con unas bases compactas y contra ritmos de batería, que le dan al tema el sonido pesado y compacto necesario.
“Opus The Nigth” es la quintaescencia del sonido de la banda, rápida, versátil, sonido demoledor, la participación de la violoncelista, Tina Guo, le da ese toque operístico maravilloso que nos tienen acostumbrados en placas como “The Fourt Legacy”, con Tommy Karevik cada vez más afianzado en las voces y demostrando lo acertada de su elección, a todo esto, hay que sumarle el trabajo sencillamente descollante de Oliver Palotai en los teclados y arreglos orquestales.
La balada corre por cuenta de “Mindsummer s Eve”, la cual es una bonita canción con hermosos arreglos de piano, órgano e incluso violoncelos, muchos tintes medievales y una soberbia interpretación vocal, esta vez con bastante tinte a su antecesor noruego a cargo de las voces, una pieza magistral y casi casi, la perlita del disco.
Más allá que este seria “otro“ disco de Kamelot, hay que reconocer que es de un nivel superlativo, tanto de sonido, producción y ejecución, como ya desde el tercer disco nos tienen acostumbrados estos muchachos oriundos de Florida, medio difícil la elección de temas como para dar un pantallazo, pero debo decir que la banda ha vuelto después de cinco años y lo ha hecho de una manera excelsa y proba, con cambios de formación que están a la altura y mucho más.
Si les gusta el metal sinfónico mezclado con buenos machaques y excelentes baladas atemporales, no dejen de escuchar este notable trabajo.