Pasó el 2022, pero vamos con algunos disquitos rezagados mientras comienza a aparecer material para ir desglosando en futuras reseñas de este 2023. No sé cuantas más deban aparecer, tal vez solo sean un par los trabajos colgados del año acabado, que aquí sean nombrados. El que hoy nos ocupa ya cumplió un año de su edición. En su momento estuve a punto de comentarlo, pero lo cierto es que este séptimo álbum de los muchachos de Andorra (contando la regrabación del primero en 2020) se esparció como peste (en el buen sentido). Cantidad de portales, páginas y youtubers le habían puesto sus pulgares para arriba, inclusive nombrándolo como uno de los discos que seguramente entrarían para calificar dentro de lo mejor del año. Aun con tanto tiempo de anticipación, muchos apostaron sus fichas al «Metanoia» de Persefone. Motivo que me hizo reflexionar e ir para otros rumbos, no por estar en desacuerdo, sino por haber llegado tarde y no tener mucho más que agregar al respecto.
Sin entrar en comparaciones innecesarias, debo admitir que el sentimiento inicial fue algo parecido al que se había generado anteriormente con el último trabajo de Soen. No porque tenga relación, sino más bien por esa sensación de revelación, a pesar de que ambas bandas contaban ya con una buena trayectoria. El tiempo ha pasado, el álbum ha seguido gustando, pero no ha llegado a generar un big bang de fama, ni los ha catapultado al mainstream. Esto no significa que las críticas hayan sido apresuradas; solo son cosas que pasan. Tarde o no, hoy me parece muy acertado el recordar y reseñar este flamante disco del 2022, porque casualmente, la banda Persefone viene a presentar el álbum en cuestión en muy poco tiempo. El próximo 2 de marzo podremos verlos sobre el escenario de Uniclub, en el marco de su «Salto de Fe Tour» junto a las bandas locales Catacomb e Inorganic. ¡Chupate esa mandarina!
Los tintes de Metal progresivo oscuro se notan al instante con la intro que da nombre e inicio al álbum. Esta consta de dos minutos climáticos para acompañar a la voz principal de la banda Leprous, Einar Solberg. Habrá más invitados, y cada cuál aportará lo suyo de forma concisa y elegante, pero sin dudas arrancar así un disco muestra el grado de detalle y contraste al que los andorranos nos van a exponer. Un magistral cambio de sensaciones irá sucediendo desde «Katabasis» hasta «Architecture of the I», con mucho clima y tecnicismo desde los instrumentos, pero también generando contraste con las voces guturales agresivas y las voces limpias. Todo está minuciosamente cuidado, todos se destacan (solos de guitarras, baterías asesinas, teclados y sintes, etc.) pero a su vez nada sobresale demasiado sobre el resto. Por ende, no llega a empalagar… de hecho meten algunos descansos para limpiar la mente, como «Leap of Faith», que actúan como increscendos a temas largos y muy variados como «Aware of Being Watched».
A pesar del tecnicismo (un poco más alejado a detalles que en el pasado nos hacían pensar en Dream Theater) y la agresividad (que en discos pasados se sentían más «core») Persefone nunca pierde el grado de melancolía que transmite incluso desde los colores de su portada. Hasta ese punto está finamente cuidado. Así irán pasando los temas que engloban un todo, y forman el rompecabezas de casi una hora de duración. Canciones como «Merkabah» muestran la metamorfosis musical que puede ir desde el Death Metal moderno hasta el Djent, cargado tanto de cortes progresivos extremos como de hermosas melodías.
El instrumental de once minutos «Consciousness (Pt.3)», continúa lo iniciado en el disco Spiritual Migration (2013), y sirve tanto de demostración, como de pasaje limpiador (tal cual antes citaba). Y nos prepara para la última trilogía «Anabasis» (Pt.1, Pt.2 y Pt.3), que pasa de lo cinematográfico al desparramo de Metal Progresivo donde aparecerán las voces invitadas de Steffen Kummerer (Obscura), Merethe Soltvedt (Angelflare), y la guitarra soberbia de Angel Vivaldi. A esta altura ya no hace falta nada más, pero vuelven a darle un toque cinematográfico para cerrar el concepto en los últimos cuatro minutos y medio.
Me suena raro definir a este trabajo solamente como Death Metal Progresivo, de hecho, hasta me molesta ponerle alguna etiqueta. Persefone ha ido mutando levemente disco a disco sin perder su esencia, aunque creo que en esta oportunidad han sabido aprovechar al máximo su creatividad y su virtuosismo, sin que esto último termine fagocitándose la obra. Hay mucho para asimilar, pero también se puede disfrutar el viaje sin que sea necesario ponerse a tratar de entender todo.
Persefone son: Toni Mestre Coy (Bajo), Carlos Lozano Quintanilla (1ra Guitarra), Filipe Baldaia (Guitarra), Miguel Espinosa (Teclados y coros), Marc Martins Pia (Voz), Sergi Verdeguer (Batería).