La explosión sónica noruega de finales de los 80s a inicios de los noventas nos trajo un montón de bandas de Metal negro. Entre las fundamentales tenemos que citar obviamente a Mayhem, y a otras como Burzum, Immortal, Darkthrone, Emepror o Satyricon, dentro de un largo etcétera en ese gen maligno inicial del movimiento denominado como la segunda camada del Black Metal (es discutible dicho rótulo). Otras bandas, como la que hoy nos ocupa, también transitó esos inicios, pero no tuvo la llegada de las anteriormente citadas. Tulus llegó a grabar algunos demos en esos primeros 90s, pero recién en 1996 largarían su primera producción, titulada “Pure Black Energy” que hoy es considerada una obra de culto. Grabaron un par de discos más y se separaron en el año 2000. Luego volvieron a reunirse en 2006, y ya llevan editados siete discos de estudio. Hoy siguen sin tener el reconocimiento que lograron otras bandas de la camada, pero no por eso podemos decir que sus discos son menos buenos. Está claro que se mueven dentro del género Black Metal, pero hay muchos colores en la paleta de este tipo de música, y uno de los que Tulus pinta muy bien podría también denominarse como Black ´n Roll. En ellos se percibe el sentido mismo de tocar música, ese que consiste en no mucho más que colgarse los instrumentos y disfrutar, sin darle mucha vuelta al asunto. Donde todo suena a lo que es, y por suerte se aleja de las superproducciones plásticas que (a mi gusto) le quitan un poco la esencia de la música extrema. Y no estoy hablando de que un disco tenga que sonar a algo grabado dentro de una cueva con un walkie talkie. Eso para mí es igual, o aún más ridículo. A veces solo se trata de volver un poco a las raíces, a lo básico. Retomar a donde las cosas estaban bien y andar de nuevo desde ahí sin abusar de la inteligencia artificial.
En esta nueva entrega se percibe el sonido noruego al primer instante. La tajante “Fandens Kall” cuenta con un clima formado a base de tremolos y blast beats, con fragmentos pesados que son un delite en las cuerdas graves.
“Lek” tiene el golpe primitivo del Death Metal 90s, pero algunos detalles en las guitarras y el bajo nos transportarán por distintas eras en un viaje lisérgicamente hipnótico. Y ya que hablamos del bajo, el track “Slagmark” contiene unas líneas muy entretenidas sobre este instrumento. No es que desborden virtuosismo o técnica, pero los pequeños detalles, sumado a la calidad del audio lo reamplifican de una manera brillante.
Canciones como “Allstøtt” son una clara muestra de esa fusión entre el Black primigenio y la onda más rockera; onda que se apodera de las cadencias de “Isråk”, “Sjelesmerte” y “Snømyrkre”, volviéndolas adictivas. En cambio “Samuelsbrenna” se va a lo más profundo, y desde la densa oscuridad nos muestran algunos detalles de colores folclóricos.
“Bloddråpesvermer” puede ser una buena muestra de los matices generales que maneja Tulus. Tenemos desde el típico Black noruego hasta pasajes acústicos donde incluyen un piano. La voz nunca llega a ser lacerante y se lee muy bien. Podríamos decir que a veces suena a mezcla entre Abbath y Tom Angelripper de Sodom. Así que no se extrañen si alguien les dice que hasta puede llegar a encontrar alguna pequeña influencia también en la música. Tómenlo con pinzas igual y disfruten este disco hasta el final con la melancólica “Barfrost”.
De alguna manera este álbum contiene un concepto bastante minimalista en cuanto a las composiciones. Dicen que a veces menos es más, y Tulus le saca el jugo a eso. No es que aprovechen la simplicidad para buscar donde llenar con poco, sino más bien se trata de dejar fluir las canciones. Todo corre de una manera muy pareja, inclusive se nota que el disco fue grabado mientras iban tocando; disfrutando en conjunto. Eso le da una dinámica constante de ramificación y vida a este trabajo. Tampoco vamos a exagerar diciendo que este álbum va a ser de lo mejor del año, ni nada por el estilo. Pero se disfruta mucho, se siente orgánico, y eso es algo que ciertamente les queda muy bien.
Tulus es: Blodstrup (voz, guitarra), Crowbell (bajo) y Sarke (batería).