Hace un año Cristian (Voz de Avernal) pasaba por la Zona Retro a rankear su propia discografía. Les dejo el link por si no lo vieron: https://www.youtube.com/watch?v=OoASvP8-cUM
Es casi una costumbre que los músicos ubiquen sus trabajos más recientes como las obras más destacables de su historia. Y está bien, ya que uno siempre busca superarse. Pero también ocurre (más que nada del lado del público) que con el pasar del tiempo la efusividad a lo nuevo se vaya perdiendo, y como dice el dicho, «los melones del carro se acomodan con el andar». A que voy con esto… a la objetividad dentro la subjetividad, porque eso es lo que uno trata de hacer cuando habla de arte. Creo que bandas como Avernal, sí reflejan eso de que el último trabajo es el mejor, porque cada uno tendrá su preferencia, pero es innegable que los del averno encontraron su camino, lo anduvieron, lo andan, y acomodaron sus melones.
El noveno trabajo «Ekpyrosis» (algo así como la destrucción del cosmos para su renovación y purificación. Significado que también se puede asociar al número 9) será presentado al mundo el día de mañana, así que para los más curiosos o ansiosos, acá va mi humilde y personal espoileo:
Las melodías apocalípticas del instrumental que le pone título al trabajo nos conducen como el Caronte del inframundo a la «Regresión del caos». Desde aquí nos lanzamos al averno sónico de ese camino que les comentaba que han sabido moldear. Todos los elementos hoy clásicos de Avernal dicen presente. No solo lo dicen… ¡Lo gritan!
El audio va muy acorde a estos tiempos, con baterías de golpes casi reventados al estilo de las últimas épocas de Paradise Lost, Insomnium o Moonspell (de hecho, el disco lo mezcló el mismo Jaime Gómez Arellano), podrán notar esto desde el audio del redoblante, por ejemplo. Las guitarras aún conservan parte del sonido sueco que ha sido influencia en Avernal, aunque en canciones como «Tripalium» nos recuerden que bandas como Carcass o Morbid Angel también los han marcado a fuego. Hay violencia, algo de clima, buenos solos y el gancho que Avernal nunca perdió, con riffs entretenidos para «Logia obscena» (un palo para una generación moldeada por las pantallas, desde las altas esferas), o más versátiles en «Arconte egregor», donde la banda recoge las siembras de Death Metal para agudizarlas en «Silencio sepulcral», y Heartworizarlas en «El fin de los miedos».
Avernal vuelve a citar al poeta francés Charles Baudelaire en «El verdugo de si mismo», con baterías a puro blast beat y voces que escupen de frente las bajezas humanas; dejando para el «Inefable» final los recovecos oscuros de la mente. Lugares donde aparecerán más armonías, bajos, densidad, golpes quirúrgicos y bestiales, para cerrar el concepto de un álbum que prácticamente lo tiene todo, y que al igual que en el trabajo anterior compactan en poco más de media hora, que no sólo se siente como una continuación, sino más bien como una ascensión… La ascensión del dragón (excelente portada por Federico Parolo) que ruge, escupe y vive, en esta, su música infernal.
