A dos años de su anterior visita, el tanque sueco volvió a invadir Sudamérica para traernos un show en conmemoración a uno de sus trabajos más icónicos, el «Panzer Division»; obra que también ha sido recordada desde la Zona Retro:
Un par de días antes nos enterábamos de que la fecha se pasaba de Uniclub a Club Bula, al parecer no se habían vendido la cantidad de entradas esperadas, así que esta vez los suecos bajarían a otro subsuelo del Under porteño. La única banda invitada para abrir el evento fue Psicosfera, quienes alrededor de las 20hs. salían a escena para desparramar sus acordes disonantes mientras la gente comenzaba a llenar el recinto. Hace un par de años dejaron de ser una banda instrumental, e incorporaron voces a su tercer trabajo de larga duración «Summa Negativa», del cual se desprendió gran parte de su set. Siempre es un viaje ver a esta gente así que, si aún no los conocen, pónganse en campaña.
La escena se transformaba en una película vintage del inframundo revelada en tonos rojos, la humedad etérea parecía manifestarse en las bocanadas de humo que salían desde el escenario, y ahí aparecían como espectros las cinco figuras imponentes de una de las agrupaciones más extremas del Black Metal.
Tal cual lo anunciado, Marduk comenzó a desplegar la artillería de la División Panzer, disparando uno tras otro los clásicos del ´99. Bula se encontraba lleno, pero no rebalsado. La cifra tal vez se acercaba a las 150 almas, y estaban ahí para sellar el pacto con los demonios suecos. Las primeras descargas no podían encontrar el rumbo sónico, a tal punto que tuvieron que retirarse del escenario para efectuar los ajustes de sonido necesarios para que podamos apreciar mejor el show.
Luego de unos minutos volvieron a salir a escena para continuar con la segunda parte del disco «Panzer Division Marduk», y ahora sí las guitarras tomaban la presencia necesaria para acompañar las vociferaciones de Mortuus, quién ofició de frontman dando cátedra de Black Metal. Tampoco podemos obviar la presencia de Morgan, el patrón del mal… y debemos remarcar lo increíblemente ajustado que suenan todos. No hay un ínfimo de error en sus digitaciones, ni en los golpes de batería. Marduk suena como un tanque que te lleva puesto.
Todo el disco en cuestión fue manifestado, pero también hubo tiempo para otros clásicos como «Those of the Unlight», «Slay the Nazarene», «The Black Tormentor of Satan», y las más bailables «The Blond Beast» o «Wolves» para cerrar la noche bien arriba, cada una con sus introducciones o separadores. Tal vez el recinto no fue el más indicado para una banda de este calibre (técnicamente hablando), pero aun así tuvo su onda. Ese gustito de disfrute bizarro se manifestaba en la sonrisa de cada asistente que subía las escaleras para retirarse de un lugar al que yo por primera vez pude recorrer entero, ya que desconocía la terraza al aire libre; un lindo espacio del que disfruté tomando una cervecita entre banda y banda.
¡Muchas gracias a Noiseground por permitirnos estar presentes en este concierto!