Si de Holanda se trata, se nos puede venir a la mente los Coffee Shops, la zona roja, los canales de Amsterdam, o una reina Argentina entre otras cosas. Sin embargo, yo lo relaciono inmediatamente con bandas de Death Metal. Y de las buenas. Nombres como Pestilence, Gorefest, Sinister y ASPHYX se destacan en la escena como agrupaciones pioneras de la movida. Justamente esta última es la que nos trae su último trabajo, su álbum número diez, el flamante NECROCEROS.
Así es amigos, Martin Van Drunen y compañía siguen aplastando cráneos, y esta vez no será la excepción. Si alguien no conoce su sonido, puede decirse que es comparable al de agrupaciones como Incantation, Autopsy o Bolt Thrower : una mezcla de partes rápidas y lentas, haciéndote unas desear a las otras. Riffs filosos y un aura apocalíptica, apoyada por la cruda, personal e inconfundible voz de Van Drunen, quien a pesar de estar desde el primer disco y ser el miembro más antiguo no es de los fundadores de la banda (si, no quedan miembros originales).
Las primeras notas de The Sole Cure is Death (sugestivo nombre para estos tiempos) nos recuerdan de inmediato al explosivo Last One on Earth. Un comienzo devastador de puro Death con el sello de Asphyx. Un blend Death Doom como ya nos tienen acostumbrados.
Esta fórmula se repite a lo largo de todo el disco (y que está presente en toda su discografía a lo largo de más de 30 años de trayectoria) pero lejos de volverse repetitiva te atrapa y se vuelve adictiva, al menos para mí. Sigue Molten Black Earth en la cual aparecen todas las influencias de Bolt Thrower, riffs con groove a medio tiempo, que tranquilamente parecen sacados de álbumes como The Fourth Crusade o For Victory. Que se parezca demasiado no los desmerece absoluto. Al contrario. Por ahí también va The Nameless Elite, y la cosa funciona.
En Three Years of Famine, y la pista que da nombre al álbum predomina el Doom, con riffs lentos y reminiscencias a Celtic Frost. De los puntos más altos del álbum sin dudas. Mount Skull también tiene un comienzo cercano al Doom, pero luego acelera para hacerte agitar la cabeza. Botox implosión también te va a dejar dolor de cuello.
A lo largo de los 50 minutos de duración el disco no da respiro, sin puntos flojos ni relleno, demostrando por que la banda es uno de los pilares y referencia indiscutible del género.
Por el lado de la producción, todo suena impecable, feroz, limpio y contundente. Destacándose el gran trabajo de Paul Baayens en la única guitarra, componiendo riffs que son dignos de destacar. Si comparamos este trabajo con su anterior Incoming Death, este es sin duda un paso adelante, y ojo que el anterior no estaba para nada mal.
En resumen, este es un LP es imperdible para cualquier fan del Death Metal y del metal en general, así que ya saben, acá hay casi una hora de lo mejor del genero. Abrácenlo como ASPHYX abraza a la muerte.
Martin Van Drunen: Voz, Paul Baayens: Guitarras, Alwin Zuur: Bajo y Stefan Huskens: Batería.