Decir Exodus, es sinónimo de descontrol. Me estoy adelantando, sí, pero es que aún me dura la euforia vivida el domingo pasado en Flores.
Varias han sido sus visitas al país desde aquel Estadio Obras allá por el año 1993 junto a Motorhead. Años más tarde pisarían Cemento con el icónico Paul Baloff en la voz… también tuvimos las llegadas de Rob Dukes en este nuevo milenio; la vuelta de Zetro, y acá estamos otra vez con Dukes al micrófono. Tuve la suerte de poder ver a la legendaria banda de San Francisco con todos sus vocalistas, y recuerdo siempre haberme llevado un grato recuerdo de cada uno de ellos, amén de las demoledoras presentaciones que todo Exodus suele dar.
El marco de esta gira abarca el festejo número cuarenta de su primer álbum, aunque también debemos destacar la vuelta de Rob Dukes, claro está. A las 19:30 Hs, tal cual lo anunciado, salía a escena la banda local Lázaro, comandados por el ex-Serpentor Jorge Moreno. Un sonido compacto (con algún leve inconveniente en el sistema inalámbrico de las guitarras, que casi nadie percibió) puso en claro que este nuevo proyecto vino para quedarse. Musicalmente suenan como una perfecta continuación de lo que hubiese sido Serpentor, de hecho, tengo entendido que las composiciones iban a formar parte del disco que no fue, transformándose así en «Morir o Resucitar», el reciente primer logro discográfico de Lázaro, editado por Icarus Music. Excelente arranque, y quizás me atrevo a decir que tuvieron el mejor audio de la noche.
La convocatoria ya era buena aún antes de que Tungsteno salga a escena, y podíamos prever un lleno casi total. Los Thrashers etílicos desparramaron principalmente clásicos de su primera etapa, como «Vino Y Velocidad», «Inminente Aniquilación», «Escuadrón del Thrash» o » La Guarida de Los Chacales», entre otros. La gente respondió con cánticos y rondas de pogo en una noche que iba en un auténtico y festivo increscendo.
A continuación, íbamos a presenciar una lección de violencia sónica. El telón se abría mostrando a los siameses del bien y el mal, volaban vasos de cerveza por los aires mientras los riffs de «Bonded by Blood» invadían nuestros oídos. La gente enloquecía… «Exodus» ajustaba un poco su sonido «Y No Quedó Ninguno» sin agitar. La «Lección» estudiada durante años por el «Comando Metálico» también se hacía oír. Todo subía como una «Anfetamina Mortal»…
Dukes movía a las masas con simples gestos, Gary recorría el escenario de punta a punta, Tom se elevaba de su banqueta, Lee imprimía cada nota con una sonrisa de disfrute total y Kragen Lum, el bajista sustituto de Jack Gibson estuvo a la altura. Algunos clásicos como «Blacklist» (ya lo es hace tiempo), «Fabulous Disaster», «Brain Dead» o «The Toxic Waltz» se acoplaban a la lista del festejo de ese primer álbum que Exodus tocó íntegramente a los gomazos desde su lado A, e intercalado con los que antes nombraba, lo que sería su lado B. Creo que no hay manera de armar una lista de temas mejor que esta. Absolutamente todos fueron coreados y pogueados a más no poder, inclusive tuvimos un wall of death incitado por Dukes.
El «Golpe de la Bestia» se sintió duro al final… el público copó el Teatro y lo dio todo en un show sin tregua. El audio pudo ser mejor, sí (al menos atrás) pero es un detalle ínfimo que a ningún presente le importó. Pocas veces ví rondas de pogos tan grandes en ese lugar, pocas veces vi a la gente sonreír tanto por lo que estaba sucediendo. Creo que se ha abierto una nueva etapa en Exodus, o se ha retomado con fuerza a una que no se había cerrado… como sea, lo que no se puede negar es que la cosa funciona, y esto recién empieza.
¡Gracias Marcela Scorca e Icarus Music por invitarnos a tal fiesta!




