Una de las bandas pilares de la escena extrema de Buenos Aires vuelve a atacar. La mente maestra detrás de 1917 es Alejandro Sabransky, quien se encarga de las composiciones, las guitarras, las voces y la programación. Desde hace algunos años (y ya tres discos, con este) se ha sumado Mario Mansilla como bajista estable, aportándole dinamismo a la propuesta.
Sus estructuras musicales hacen énfasis en el Death Metal, pero siempre habrá lugar para detalles oscuros y reminiscencias del Thrash. La manera de entrelazar patrones de forma progresiva forma el carácter de la banda. Eso es algo que podemos reconocer desde los inicios, a pesar de las mutaciones y la evolución. 1917 suena a 1917, y las influencias quedarán en otro plano, porque aquí solo son pequeños detalles. Así que, aunque ya sepas a qué atenerte notarás que cada disco tiene su color, ¡y este es brillante!
“Gestas decrépitas” es el encargado de abrir a los mazazos. Al instante percibimos que el audio general ha sido buscado de una manera meticulosa, dejando que cada cosa ocupe su lugar y no se superponga a otra. El bajo de Mario Mansilla danza sobre torbellinos de blast beats aniquiladores. La tormenta también trae pesadez que se envuelve en melodías de redención, generando un balance de dicotomía simbiótica.
Retorcidos movimientos van llevándonos “Tras los fríos muros”, donde notaremos vestigios de otras épocas, con arreglos y voces que nos martirizan durante el recorrido. Guitarras sigilosas sobre terrenos de oscuridad y desolación darán paso a los solos, que actúan como embellecedores de la propuesta.
“Refinado cinismo” cuenta con la participación de Tommy Talamanca, guitarrista y fundador de la banda italiana Sadist. De dotes progresivos, va invitando al headbanging, hasta que sus cortes abruptos caen como hoja de guillotina sobre las vértebras cervicales; mientras que en “Retoños de la manipulación” y “Postrados se habrán de ahogar”, encontraremos momentos para recordar a Chuck Schuldiner, mixturándose con fraseos típicos de 1917. Bases entreveradas van y vienen, manteniendo sobre ellas la clásica vocalización de Alejandro con sus matices y dicciones.
“Ancient wounds” inicia con una leve introducción de Doom Death vieja escuela y estalla en vociferaciones de dupla (esta vez en inglés) junto a Philippe Courtois de la banda francesa Misanthrope, quien también brindó apoyo con la distribución del álbum desde el mítico sello Holy Records.
Luego de disfrutar el sabor más añejo de la placa volvemos a la progresión con bajos que se deslizan en los momentos precisos y bases que podrían calzarles perfectamente a los holandeses de Pestilence. Y esto no parece casual si ponemos atención a la letra de “Lenta derrota desciende”, que describe el aroma de la extinción de quien debería ya callar. Musicalmente exquisito, con Lucas Bravo (Guitarrista en Lethal y Morthifera) de invitado; pasaje con brisa Jazz-Folk y final de muerte incluido.
“Las grietas de su máscara” será el momento más oscuro, denso y climático. Aquí las melodías nos transportarán al Doom Death europeo de mediados de los 90s.
El final llegará con “El puñal del tiempo”… inequívoco. Un poco más de Death Metal bien trabajado que irá llevándonos a momentos angustiantes con frases y metáforas para desmenuzar hasta quedar atónito.
No puedo menos que felicitar a Alejandro por este décimo trabajo de 1917. Haber llegado a los dos dígitos es cuanto menos meritorio, y esto sin siquiera ponernos a citar la cantidad de proyectos en los que está metido, ni la otra larguísima cantidad de obras que posee en su currículum. Meritorio es poco, más bien podríamos decir admirable. Lejos de parecer un disco más, este “Omnicrisis” (Vaya título para los tiempos que corren) pone de manifiesto el amor al arte. La pulcritud en lo corrosivo del sonido, la intención y transformación constante, el detalle y la agudeza para mezclar sensaciones, o la intrincación literal a la que nos somete este “OmniSabransky”.
Un nuevo disco llegó para posicionarse en los escalones más altos del podio en la carrera de la banda. Si queda en discusión cuál de los primeros puestos ocupa, es simplemente porque muchos como yo aún soñamos con escuchar un baterista de carne y hueso dejando su impronta. De haber sido así no tendríamos nada que discutir.