Los últimos diez años de Amorphis se me hicieron un poco empalagosos. Gustan, pero me sacian de entrada, por eso les fui escatimando escuchas. Esto no quiere decir que no hayan sacado buenos álbumes, porque lo cierto es que la mayoría de sus fans los vienen recibiendo encantados. Hablamos de excelentes producciones, de buen nivel instrumental, de canciones con onda, etc. Mi problema se los puedo explicar arrancando por las portadas. Díganme si no han notado la idea circular que se repite una y otra vez… o la onda monocromática. Aunque en su defensa se diga que hay un hilo conductor en sus últimos trabajos, y que estos funcionan como una trilogía. Está bien, sigamos. Si nos enfocamos en la duración de las canciones tampoco vamos a encontrar grandes sorpresas, aunque debo admitir que siempre mantuvieron esa idea. Musicalmente noto que se vienen moviendo en su zona de confort, con bases a voz gutural y estribillos a voz limpia, con melodías dulces desde las guitarras, o algunas reminiscencias al pasado y su cultura. No es que todos los discos sean iguales, pero convengamos que tampoco son tan distintos.
Voy a poner el punto de quiebre en una compilación de clásicos que han regrabado como festejo de sus primeros veinte años en el 2010 (Magic & Mayhem – Tales from the Early Years) y que, oh casualidad, se me hace un separador de una primera etapa progresiva en evolución, creatividad y vanguardia, contra una última donde parece que han pescado el pecezote de aquella portada y se han sentado muy plácidos a comerlo.
¿Pero han hecho buenos discos? Claro que sí, el tema es que el pez no se termina más y yo prefiero verlos luchando en las aguas. Dejando mis apreciaciones personales (que a muchos pueden indignar), paso a comentarles qué me pareció el trabajo. Y luego de mi queja voy a admitir que, de no haber habido discos anteriores, este sería la gloria.
Melodías de propia etiqueta dan inicio con «Northwards» el cual, pasando la mitad, se mete en un viaje espectacular con los característicos teclados Hammond, voces brillantes que nos van contando otra vez sobre «Silent Waters» y un final a todo trapo.
«On the Dark Waters»… sí, les dije que es siempre lo mismo, hasta en los títulos. Pero no se enojen. La canción suena perfecta y está llena de arreglos de batería, de guitarras hermosas, de voces guturales perfectas (a mi entender por uno de los mejores vocalistas del género), quién también utiliza una voz limpia magistral (en los coros, obvio).
«The Moon» entra en terrenos más poperos, aun conservando matices de su estética folk, que podrán percibirse más fácilmente en «Windmane». Una canción que va logrando un increscendo pulcro que confluye en un duelo de solos de guitarras y teclados sin desperdicio.
Los momentos guturales y las melodías de «A New Land» nos pueden hacer recordar al clásico «Tales from the Thousand Lakes», inclusive cuenta con pequeños detalles del estilo «Elegy», que lo ponen dentro de los puntos más altos del álbum. Pero todo tiene una relación y funciona de manera homogénea a lo largo de los cincuenta y cinco minutos que dura el trabajo. Por ende, no es fácil resaltar un tema sobre otro, y el siguiente «When the Gods Came» lo demuestra. Otra buena obra de los fineses con sus partes guturales y sus estribillos poperos bien arriba.
«Seven Roads Come Together» se encuentra cargado de reminiscencias de épocas anteriores y «War» las tiene un poco más cerca en el tiempo. Ambos podrían fundirse y materializarse en el que le pone nombre al trabajo, «Halo», porque también tiene la etiqueta puesta. Esta canción podría haber estado en cualquiera de sus últimos discos y funcionar igual de bien. Se encuentra cargada de detalles, voces femeninas matizando, coros pegadizos y melodiosas guitarras sobre una buena base de batería.
«The Wolf» amaga a ser la pieza que se despega del trabajo por sus guitarras que mezclan el Heavy clásico con trémolos casi Black, pero entrarán las voces limpias para aunarlo al resto del disco, y así llegarán al final con «My Name Is Night», donde la sueca Petronella Nettermalm hará gala de sus cuerdas vocales en la balada de cierre.
Sus dos discos anteriores habían dejado la vara alta, sino, no hubiese escrito lo que escribí al principio. Podríamos compararlo con el Accept de Mark Tornillo, que no tiene discos malos, pero entenderán que ya es hora de jugar otra carta. Si tenemos un montón de álbumes de diez puntos en producción, con canciones excelentes que se mueven dentro del mismo círculo, en algún momento vamos a desear otra cosa. Entonces, podemos decir que esta nueva entrega de los fineses es excelente, sí, eso es innegable; pero yo al menos (reitero, hablo solo por mí) sigo esperando que me sorprendan de otra manera.
Amorphis son: Olli-Pekka Laine (Bajo), Jan Rechberger (Batería y teclados), Esa Holopainen (Guitarra líder), Tomi Koivusaari (Guitarra rítmica y coros), Santeri Kallio (Teclados) y Tomi Joutsen (Voces).