Bewitcher – “Cursed Be Thy Kingdom” (Century Media, 2021)

El tercer trabajo de los oriundos de Portland, Oregon (EEUU) está dando que hablar. No es casualidad que un sello tan importante les haya puesto fichas. Su música se basa en bases sencillas y cantidad de latiguillos que ya hemos escuchado miles de veces. ¿Pero entonces qué tienen de especiales? Pues, que derrochan onda. No cualquiera puede reutilizar todo lo utilizado mil veces sin causar embole o embolia mental.

En el 2013 estos muchachos decidieron rendir homenaje a la música que los influenció. Hartos y en disconformidad con el mercado actual se han transformado en un power trío endemoniado que destila riffs de la vieja escuela, rememorando algo del speed metal más puro de raíces en la NWOBHM fusionado con el black más rockero que imagines.

La tapa muestra una encrucijada en un desierto apocalíptico, y las claras referencias a historias de pactos con el diablo vienen a nuestra mente. Estas leyendas bluseras se trasladan a la introducción instrumental que abre el disco. “Ashe” suena polvoriento con sus guitarras estilo lejano oeste, sirviendo de plato principal en una cantina donde se va a pudrir todo, cuando sus botas pateen la mesa con “Death Returns…” Guitarras speedicas se abren paso agitando, y un servidor no puede escapar al recuerdo del coro de “Pinball Map”, de los suecos In Flames.

Los primeros acordes de “Satanic Magick Attack” son tan trillados que podrás pensar en “Two minutes to midnight” de Maiden, continuando por Accept o Judas, y así hasta llegar a Venom. Hay una delgada línea entre el choreo ridículo y el sentido homenaje, que ellos suelen sortear como malabarista profesional en cuerda floja. Así es que cuando recapitulás pensando en mandarlos a la mierda, ya estarás moviendo la cabeza frenéticamente con “Electric Phantoms”. Porque su música se transforma en una droga adictiva.

 “Mystifier (White Night City)” se encuentra envuelto en un clima de onda Tribulation, y podría seguir citando bandas a las que se parece, o dejarme llevar por sus coros rockeros rebosantes de actitud.

“Cursed Be Thy Kingdom” y “Metal Burner” van de lleno al speed metal furioso, mientras que “Valley of the Ravens” pone solos bien rockeros y toca otra fibra más densa, que podría haber encastrado muy bien con el último Dissection o Abbath.

“The Widow’s Blade” sigue desparramando heavy metal a discreción. A esta altura ya no tiene gracia buscar un parecido, porque hemos llegado hasta aquí disfrutándolo como cuando de niños descubrimos el metal. Todo encaja fácilmente ya que conocemos las piezas de encastre a la perfección, y es algo que nos deleitará hasta el final con el cover de Pentagram “Sign of the Wolf “.

Quién escribe estas líneas por lo general es una persona reacia a este tipo de cosas y piensa que el arte tiene su lado más encantador en la búsqueda y la experimentación. Como seres humanos necesitamos expandirnos, investigar, crear o movernos. Pero también podemos adaptarnos y quedarnos encerrados (bien lo sabemos en estas épocas) disfrutando de aquello que sabemos gozar. ¿Qué hay de malo en saborear durante varios días de la semana el mismo plato de comida, si esa era nuestra comida preferida? Bueno, a esto sumémosle que cada vez lo han cocinado distintos chefs, y en cada uno encontraremos un sabor que lo distingue del otro plato. Esto sería una explicación burda para un disco sabroso, condimentado con añejos riffs, voces agresivas digeribles y buen sonido… Un plato que se devora rápido y querrás volver a repetir. 

Sus apodos obviamente son old school:

Infernal Magus of Nocturnal Alchemy (Bajo), Unholy Weaver of Shadows & Incantations (Guitarra y Voz), Aris Wales (Batería).