Estamos ante la décima entrega de los californianos formados en 1996, que vienen redefiniendo su sonido desde hace aproximadamente una década, poniendo más énfasis en sobreproducir sus trabajos. La forma evolutiva de Cattle Decapitation es algo que nos quieren dejar en claro, inclusive desde la portada. Me imagino que quien esté leyendo esto tiene una idea de por donde se mueve la temática de la banda, así que no perderé muchas líneas en remarcarlo. Es obvio que el ser humano es el problema aquí. Podemos trazar una correlatividad en sus últimas placas, que culmina con la devastación del planeta marcada en “Death Atlas” de 2019… pero ahora podemos observar el resurgir del homo sapiens en una nueva forma parásita tan carroñera como las cucarachas, que con el despertar del alba se irguen para una nueva devastación.
El título es el acrónimo de las palabras “terra” (“tierra” en latín) y “sitos” (“comida” en griego) y una paronomasia con la palabra “parásito”. Según la banda, esta palabra tiene 2 definiciones:
1. Un devorador o destructor de tierra.
2. “Humanidad” post-antropoceno.
Todo inicia con “Terrasitic Adaptation”. Un renacimiento en in crescendo que culmina en blast beats a discreción, en el cual se conjugan las típicas voces de Travis sobre colchones de guitarras que van generando el clima opresor para llevar la energía al límite en “We Eat Our Young”. Capas de voces, capas de guitarras y capas de sonidos, conforman el concepto de esta nueva entrega. Los patrones de “Scourge of the Offspring” van y vienen, se aceleran, se relajan, se fusionan y dan vida a una de las canciones más destacables del trabajo. Porque detrás de los torbellinos sónicos hay un dejo bastante notorio de angustia, y es en temas como este donde imprimen esa etiqueta única que la banda viene buscando y explotando comercialmente. Esto sin olvidar que son una banda extrema, como bien nos dejan claro en la primera mitad de “The Insignificants”, donde buscan contraste entre las bases más groovies y las voces más guturales, que Irán llevándonos a un final épico.
Temas como “The Storm Upstairs” o “…and the World Will Go On Without You” contienen mucho de Death Metal técnico (casi progresivo), pero dejan espacios para las partes más melódicas y sentimentales. Mientras que en “A Photic Doom” esto se comprime hasta dar con un formato más cancionero (siempre teniendo en cuenta la brutalidad que maneja la banda, claro está) y logran así otra de las piezas más destacables del trabajo. Las voces robóticas de duende son una constante a lo largo de la placa, pero están dosificadas sabiamente. Por ejemplo, en “Dead End Residents” se toman su tiempo en aparecer. De hecho, todas las voces aquí van mutando hasta llegar a las más melódicas (y arriesgadas) que logran ser contenidas por gemidos gorgoteantes. Otro de los puntos a favor que tiene el disco son las baterías de David McGraw, que consigue equilibrar técnica y buen gusto para no sepultar las bases de guitarras que también tienen sus buenos momentos, como en “Solastalgia”. Claramente notarán ese clima angustiante que antes citaba. El nombre del tema indica nostalgia, y para remarcar esto agregan algunos colchones de teclado, al igual que en “Just Another Body”, que cierra la placa con sus diez minutos de metal extremo y sus partes más calmas. Inclusive con las únicas voces literalmente limpias de todo Terrasite… Hermoso final.
Creo que en su disco anterior “Death Altlas”, el contraste vocal era más radical que el contraste musical. Eso en algún punto, aunque parezca todo lo contrario, terminaba monotonizando el trabajo. Las voces de Travis Ryan pasaban de un extremo al otro, mucho más marcado que en esta nueva entrega. La exageración gutural en contraste con la exageración en bizarreidad de las voces duendísticamente limpias, en vez de agregarle color terminaban por opacarlo. Quizás la brecha era demasiada entre un punto y el otro, cosa que en este “Terrasite” se ha vuelto a acortar, retomando el punto justo que (a mi gusto, claro está) habían dejado en “The Anthropocene Extinction”. Entiendo que la nueva placa reúne varios elementos de su disco anterior, solo que ahora me suenan mejor encarados. Por ende, para mí, Cattle Decapitation ha logrado dar un paso más (como la cucaracha de la tapa).