Darkthrone – “Eternal Hails” (Peaceville Records, 2021)

Estos dos secuaces, Fenriz y Nocturno Culto, supieron despegarse un poco de sus inicios Deathmetaleros, para formar parte del círculo de Black Metal noruego, con bandas como Mayhem, Burzum, o Emperor, entre otras. Por ende, hablar de ellos siempre nos va a remontar a las épocas de quemas de iglesias y demás actos criminales. No solo porque vieron y vivieron lo que ocurría, sino porque aún al día de hoy son considerados como uno de los más fieles representantes del género.

En su música late un fuerte y ortodoxo corazón Black metal, que se conecta con otros órganos de pureza musical, como el antiguo Heavy Metal, y otras variantes que han sabido acoplar en distintos períodos. Entre ellos tuvimos bastante de Punk, a Thrash crossover, Speed Metal, y últimamente parece que la nostalgia los ha ido llevando hacia los inicios del Rock oscuro. Porque desde hace al menos un disco podemos notar la influencia directa de Black Sabbath, y desde ahí ir subiendo de la mano de los emblemáticos Thomas (el suizo y el sueco). 

Aunque este nuevo trabajo tenga bastante de su anterior “Old Star”, se me hacen muy diferenciables, y concluyo que no es una continuación, sino otra cosa. Desde el sonido (que sigue siendo vieja escuela) pretenden mostrarnos algo diferente. Las guitarras que antes estaban bien al frente ahora ocupan otro lugar, dejando los golpes de la batería sobre estas, y dando una interpretación (al menos para mí) de algo más tribal. Creo que así lo vienen indicando desde la portada, con ese aspecto cavernoso y desolador que nos transportará a otro tiempo, musicalizándolo con canciones bastante más largas y climáticas.  

Esto comienza con unas notas estilo New Wave, y parece una locura que se esfuma en pocos segundos. Castíguenme o no, pero me han dejado con ganas de escucharlos experimentando con estas corrientes. ¿Qué habrán querido decir? ¿Será un pequeño anticipo, un guiño, o solo un chascarrillo?… Mis pensamientos se acomodan de un cachetazo, porque así golpea la batería a ritmo frenético. Un Heavy oscuro de características Speed Metal que nos permitirá pensar en Venom, hasta que comience a bajar el pulso sobre el final, impregnando de Doom este “His Master’s Voice”. 

Un poco de melodía trata de acomodarse entre los primeros acordes del siguiente “Hate Cloak”. Riffs sencillos en demasía, pero aún interesantes, se darán en el transcurso de la canción, como largos bloques que pasan de uno a otro de una manera poco cuidada (podrán notarlo fácilmente en el minuto 3:10 por ejemplo, con un ensamble que parece hecho por un principiante). Este tema es una especie de Doom épico (minimalista) donde podríamos citar a cualquiera de las bandas pilares de los 80s.  

“Wake of the Awakened” contiene algunas líneas de guitarra muy pegadizas. Pero obviamente no es algo que no hayamos escuchado, de hecho podría citar casi al azar dos álbumes de 1993 como el de Satyricon o Unleashed, y bastaría para ejemplo. Claro está que esto también viene de más atrás, así que podrán ligarlo a otras cosas si así lo desean.

“Voyage to a North Pole Adrift” es la pieza más larga del álbum. Disponen de diez minutos para mostrar un poco de lo que ha venido pasando hasta aquí, y cuando comienzan a aburrir con las bases doombetas le agregan unas guitarras bien clásicas de Heavy Metal ochentero, para poner el puño en alto y pasarlo de maravillas. Así es que llegamos al final con “Lost Arcane City of Uppåkra”, que otra vez amaga a aburrirnos, pero logra despertarnos con cambios de riffs o cortes abruptos, que nos meten en un clima hipnótico y majestuoso para cerrar la obra, quitarnos las dudas y permitirnos aplaudir.

Puede ser muy fácil o muy difícil entender a Darkthrone. Estamos ante una banda que apuesta, y te muestra las cartas con que juegan. Esto te hará pensar que son unos ridículos… Pero ellos siempre ganan.

¿Cuál es el punto?, ¿dónde está el truco?, ¿quién más puede hacer esto sin que le caigan a la yugular?… Solo ellos…

En una era donde todos suenan comprimidos y plastificados, pero perfectos, ellos eligen sonar viejo, feo y sucio (pero qué lindo). Y se permiten, a propósito o no, tener errores de producción. Dejándonos así con la duda de si son artistas enormes, que se divierten encriptando música, o solo son un par de melómanos fanáticos de la vieja escuela que tuvieron suerte…