La que nos ocupa es, tal vez, la primera banda francesa de Death Metal. Si bien se han mantenido bastante activos, no han logrado codearse con las de primera línea. Esto no quita que hayan logrado algunos trabajos más que interesantes, ni que por sus filas hayan pasado grandes músicos. Sin ir más lejos, tenemos aquí presente al hoy bajista de Kreator.
Su nueva producción arranca sin anestesia: “Todestrieb” (algo así como “deseo de muerte”) castiga a golpe y machaque mostrando las cartas desde el vamos. Unas armonías arábigas se despliegan, el bajo se mueve a gran velocidad. Cortes y solos adornan estos interesantes primeros minutos.
“Relentless Horror” carga con bastante Thrash ultraviolento hasta pasada la mitad del tema, donde aparecen unos riffs magistrales e impregnan de frescura la golpiza.
“Erasing Reality” deambula entre el Death y el Thrash con armonías sencillas pero exquisitas. Podemos sentir alguna presencia espectral de Morbid Angel dentro de algunas de sus partes en estos poco más de cinco minutos que dura el tema.
“The Promethean Fire” muestra algo más de modernidad en sus guitarras, contiene un estribillo pegadizo y un final con aires de Rotting Christ que le aportan un buen dinamismo.
Todo se vuelve opresivo en “Preaching Spiritual Infirmity”. La carga de oscuridad se respira y otra vez podríamos citar a Morbid Angel, o inclusive acercarnos a la etapa más densa de bandas como Belphegor.
“Invoking to Justify” continúa el camino anterior, pero aporta estructura para el headbanging sobre el final; mientras que el siguiente “Festering Pyre” parece que solo va mostrarnos puro Death Metal de corte vieja escuela cuando, de repente, entra en una psicodelia de posesión diabólica con instrumentos de cuerda y un tapping de guitarra más que hipnotizante.
Minuto a minuto fuimos encontrándonos con variedad dentro del álbum, “Into the Greatest of Unknowns” sigue mostrando más caras de una moneda mágica. Los temas se mueven mucho, hay principios, nudos y finales en cada canción. Se tomaron su tiempo (seis años desde su placa anterior), pero han puesto mucho en este “Manifiesto”. El nombre calza perfecto, “Solance in hell” es otro buen ejemplo que resume un poco todo lo que han mostrado hasta aquí, donde tenemos buenos solos de guitarra y algo de clima.
El final ha llegado y decidieron cerrar estos 42 minutos con un oscuro letargo. “Infamy be to You” asusta desde la densidad y nos hace creer que escuchamos agudos fantasmales. Son pequeños detalles que adornan todo el disco y podemos perder si no le dedicamos el tiempo necesario de escucha.
Tal vez ha costado un poco, el audio de baterías, por dar un ejemplo, es algo que ya he escuchado hasta el hartazgo en esta era. Pero decidí poner más atención al todo y admito que me ha gustado bastante. No es un disco que vaya a sumar masas, pero nadie va a sentirse decepcionado por eso. Este “Manifesto” cumple, y muy bien, así que volveré a escucharlo cada tanto.
Loudblast son: Stéphane Buriez (Voz y Guitarra), Jérôme Point-Canovas (Guitarra), Frédéric Leclercq (Bajo) y Hervé Coquerel (Batería).