Me cuesta recordar cuantas veces vi a Napalm Death en Argentina. Si la memoria no me falla creo que fueron ocho, o sea, todas las veces que pasaron por Buenos Aires. Desde aquel inolvidable primer concierto en New Order, allá por el año 1997, hasta este último, han pisado las tablas del Teatro Flores, Vorterix, el Roxy Live, o Uniclub, inclusive más de una vez en algún caso; y también lo han hecho compartiendo cartel con otros grandes de la música extrema como Cannibal Corpse o Suffocation.
El último Uniclub, hace un año y medio, le había quedado muy chico a los ingleses, así que esta vez la apuesta era más grande… llenar el Groove de Palermo; un recinto que tiene casi el triple de capacidad. No se logró, pero estuvo muy cerca.
La banda encargada de abrir el evento, Eskröta, es una agrupación brasileña que practica una especie de Crossover Thrash-Grind de temática feminista, anti fascista, y lo dejaron bien en claro con canciones como «Mosh Feminista».
Con una temática similar salía a escena el sexteto Miserere, aunque su música apunta un poco más hacia el Hardcore Moderno de toques Slam. Una propuesta que resulta atractiva, en parte gracias al agregado de percusión, que sin ser algo exagerado se fusiona muy bien con cada acento que la banda imprime. Hace poco lanzaron su último trabajo «Quiebra Todo», y también aprovecharon la ocasión para mostrárnoslo.
La tercera banda, Blodig, era más acorde a los gustos de un servidor. Lo suyo radica en el Death Metal añejo de Escandinavia. De hecho, si prestamos atención al logo vamos a notar que le han copiado los laterales al logo de la banda sueca Dismember. Obviamente su sonido va por ahí y fue muy bien recibido por una audiencia que ya había copado más de la mitad del recinto.
Napalm Death salía a escena para brindarnos poco más de una hora de show, que realmente se hizo corto. Barney, Shane, John y Danny lanzaban sus primeras descargas con un sonido que intentaba adaptarse a sus movimientos, pero se hacía inaudible. La saturación de la guitarra parecía clamar por la campaña de la destrucción musical, pero por suerte con el quinto tema «Contagion» la cosa fue mejorando. Barney se movía de un lado al otro del escenario con sus bailes espásticos característicos, y más de una vez colisionó con sus compañeros. Entre voces limpias y gritos que hoy parecen acercarse más al Punk radical que al Death Metal, fueron paseándonos por casi todas sus épocas, haciendo bastante hincapié en los últimos trabajos. «The Wolf I Feed», «That Curse of Being in Thrall» o la más reciente «Resentment Always Simmers» nos predisponían para recibir piezas tan raras como «Amoral», donde Shane Embury se lució cantando las partes que acercan a Napalm Death a la movida del Post-Punk inglés de finales de los 70s. Inclusive me enteré que el cantante de Killing Joke (hoy radicado en Argentina) se encontraba por ahí, al costado del escenario.
No faltaron las piezas clásicas como «It’s a M.A.N.S. World!» de su segundo trabajo discográfico, o el milisegundo de “Dead”. No faltaron los discursos explicativos de Barney sobre algunas de sus letras, como por ejemplo en «Suffer the Children», ni el popurrí de «Scum», «M.A.D.», «Success?» y «You Suffer» del icónico primer disco, o el clásico cover «Nazi Punks Fuck Off» de los Dead Kennedys.
Así fueron llegando al final con la densa e industrialoide «Contemptuous» del Utopía Banished, poniéndole algo de clima a un show que fue mejorando con el correr de los temas, en un Groove de Palermo donde se pogueó un poco y se disfrutó bastante visualmente, aunque la mayor parte del tiempo la pantalla solo exhibió el viejo logo de la banda. Una vuelta más por Buenos Aires de los reyes indiscutidos del Grind, que supieron conformar a viejos y nuevos seguidores.
Muchas gracias a Noiseground por permitirnos estar presentes en el Show.