Había visto pasar esta portada desde hacía meses sin generarme ningún interés; pero tarde o temprano, donde hay algo, la energía se manifiesta y llega a quién debe llegar. O tal vez solo sea que pasó porque pasó… en fin. Hoy es el turno de una banda danesa que suena cruda y oscura (no puedo quitarme a Mr. Diamond y Mercyful Fate de la mente), con elementos de Heavy Metal tradicional disparados desde una base de Black Metal de aires gélidos escandinavos. Allá vamos…
“Deceived By An Amethyst” chorrea capas de Tribulation desde los cortes, los arreglos, las bases, los latiguillos vocales… todo me recuerda a ellos. Por ende, no puedo resaltar mucho las cualidades de esta pieza, que son varias (como el agregado de sutiles saxofones) ya que lo único que me viene a la mente es la cara de asombro del sueco Johannes Andersson pensando en mandarles carta documento por plagio. Pero bueno, no todo es un robo en este disco. Canciones como “Kiss from a Knife” retoman los inicios caóticos de los daneses, donde reina el Black ´n Roll. Este es el tema más corto de la placa con casi seis minutos de duración, donde las bases desparraman distorsiones Voivodeanas semiprogresivas que van capturando nuestra atención paso a paso. Así van armando la escalera entre las pistas para ascender en una pirámide de pudrición que llega a la cima en “Hunt Again”. Tal vez esta sea la faceta más típica del viejo Slaegt, esa que fusiona muy bien el Black con el Death Metal cavernoso de antaño. Toda la pesadez del tema se verá embellecida por algunos solos de guitarra que pasan de sonar desesperantes a tomar colores del más clásico Heavy Metal.
Si bien conocía de nombre a esta banda, debo admitir que nunca había escuchado siquiera un tema (lo siento, pero todo no se puede). Eso cambiaría gracias a “Fealty, Thunder Whip”, que fue la canción que me atrajo hacia ellos. Desde ahí recorrería su discografía, topándome con cosas más que interesantes. Pero volviendo al que hoy nos ocupa, debo citar ciertos aspectos responsables y fundamentales en la acaparación de mi atención; como la mugre sonora de una producción casi garagera que se las arregla para sonar digerible, llevando esto al límite con unos arreglos de guitarra super sencillos que juegan con la desafinación. Algo que a la ligera podría tomarse como una abominación musical, pero se nota que así es que ha sido buscado, y es eso mismo lo que le da el carácter, el color y la originalidad al tema. Esa línea tan delgada entre la porquería bizarra o la genialidad, fue el porqué de que hoy me encuentre escribiendo sobre esta producción. No es detalle menor que hayan utilizado esta pista como corte de difusión. Todos los aspectos de este trabajo se resaltan aquí, inclusive llevándolo a límites (como los que citaba anteriormente) que podrían dejar fuera de juego a cualquier escucha ocasional. Y por si acaso eso no se entendiese como una provocación, eligen ponerle “Stabat Bloody Stabat” a la siguiente pista. Algún distraído podría picar y enfurecerse al pensar que esto era un cover de Black Sabbath, pero tranquilícense que no es así. Simplemente se trata de un pasaje climático instrumental con un título engañoso para llamar nuestra atención.
El final del trabajo está bajo el nombre de “Goddess”, con una duración de once minutos. ¿Es una canción tan importante como para mecer el nombre del trabajo? Todo es relativo en esta banda (en el arte en general podríamos decir), pero lo que queda claro es que reúne muchos de los elementos característicos del álbum. Se toman su tiempo en ir mostrándolos, ya que la canción va pasando por distintos climas. Desde una atmósfera envolvente se va moviendo a distintas zonas, que pasan de ambientes crudos y ásperos, a tener las mejores guitarras de Heavy Metal en estos cuarenta minutos de duración. No faltarán las subidas de agresión, ni la mística tribal, ni la melodía épico-sentimental, que dejan el portal abierto a futuras sensaciones, donde poco a poco nos hemos ido olvidando de bandas como Tribulation, y hemos logrado disfrutar de un viaje musical rústico, pero finamente diagramado.
Slægt hace uso, pero no abuso de la crudeza. Tenemos voces crudas, con un sutil y gastado gutural, tenemos baterías crudas bastante entretenidas y muy bien tocadas, tenemos guitarras mugrientas que desafían a nuestros oídos desde las disonancias más fantasmales hasta los solos más emotivos que hayan hecho. También un bajo presente, que actúa de fusionador de todo, dándole un tono darki a la propuesta. Desconozco que opinarán sus fans más radicales de este cuarto álbum, pero yo como nuevo oyente debo admitir que me siento satisfecho, y que me ha dejado con ganas e intriga por ver como continuará la cosa.
Slægt son: Oskar J. Frederiksen (Voces, Guitarras, Organo), Olle Bergholz (Bajo y Coros), Adam CCsquele (Batería), Anders M. Jørgensen (1ra Guitarra, Teclados, Saxofón y Sintetizadores).