Corría el año 2016, y en uno de esos días de búsquedas musicales incansables me topé con la banda que hoy nos ocupa. Habían lanzado su segundo trabajo, titulado simplemente «II», y fue un disco que se mantuvo algunos meses dentro de mi computadora. Esta funciona como una especie de purgatorio, donde los lanzamientos son juzgados para poder llegar a materializarse (quizás, si lo consigo) en formato físico y ocupar así el reino de la colección; o para ser descartados al olvido más profundo de la papelera de reciclaje. Hace algunos años ese mismo purgatorio incorporó un anexo para la página que ahora estás leyendo. Estos estadounidenses me llenaron de dudas, y dieron una buena batalla, pero al cabo de un tiempo terminaron por ser desterrados a la papelera. El por qué, fue simplemente por gusto personal, ya que el trabajo en cuestión estaba a la altura de otras grandes obras extremas lanzadas por aquellos días. Ese gusto personal se inclina generalmente a las producciones de audios más naturales. Tolera bastante bien el tecnicismo de bandas del estilo, pero se aleja de casi cualquier cosa que lleve la palabra «core» si no tiene su origen en los 80s. (banco algunas bandas de Nintendocore, eso sí).
Desde hace un par de semanas me encuentro otra vez en una situación similar con la misma banda. Tanto tiempo ha pasado entre un trabajo y otro (si desestimamos el EP de 2019, que yo no escuché) que ya prácticamente me había olvidado de ellos. Por tal motivo, y luego de darle algunas pasadas a esta nueva entrega, volví a escuchar muy por encima sus dos anteriores placas de larga duración. Lo primero que noté es que la banda había cambiado, y sus integrantes también. Vance Valenzuela, es el guitarrista y líder del proyecto, único miembro que continúa desde los inicios (2006). Para esta ocasión se ha fusionado con miembros de la banda de Black Metal sinfónico y atmosférico, Abigail Williams. No es un detalle menor, ya que dentro del Death Metal técnico que ofrecía Vale Of Pnath, hoy notaremos los colores oscuros que le aportan tanto el vocalista de Abiagail Williams, Ken Sorceron (También bajista y compositor junto a Valenzuela en el disco que hoy nos ocupa), como el baterista Gabe Seeber.
El aura épica-siniestra de «The Forgotten Path» actúa de intro al mejor estilo fílmico para «Silent Prayer», donde pasamos de la orquestación a las métricas de Death Metal ennegrecido que bandas como Behemoth supieron mostrarnos.
La fusión de bandas antes citada recién comienza a notarse en «Soul Offering» y «Shadow», para los cuales se acopla el nuevo guitarrista de Cradle of Filth, Donny Burbage; mientras que en «Uncertain Tomorrow» retoman la oscuridad atmosférica con el agregado de un solo impresionante, digitado por el guitarrista de Obscura, Christian Münzner. Pero es en «Beneath Ashen Skies» cuando el potencial de Vale Of Pnath adquiere más brillo, a mi gusto. Quizás sea porque contiene un poco de todo lo que hay en el disco en un balance justo y equilibrado. La oscuridad está tan presente como los cambios agresivos o trabados. Podemos encontrar pinceladas de sus trabajos anteriores, pero de una manera más digerible. Son más de cinco minutos y medio cargados de arreglos de guitarras y momentos sumamente entretenidos.
El ex-Aborted/Abigail Williams, Michael Wilson colabora en la violenta «No Return, No Regret» con un par de solos de guitarra, mientras Gabe Seeber destruye la batería. Se necesita un descanso después de esto, por eso entra «Echoes of the Past» como interludio antes del final con «Burning Light» para que Vale Of Pnath nos vuelva a mostrar teatralidad sinfónica entre los torbellinos de Death Metal técnico ennegrecido.
Between the Worlds of Life and Death no es solo un paso más en el concepto Lovecraftiano y de ciencia ficción de la banda, sino que es un portal hacia una nueva dimensión, donde solo me gustaría que el audio se sienta más natural.