Por qué podemos reseñar, recomendar o hablarle de un disco a alguien? Generalmente porque nos gustó, porque creemos que es interesante, porque tiene historia, porque es raro o tiene anécdotas para contar. Empecemos por esto último. La banda se llama «Cinturón de Balas»… Querías un nombre Trve?!
A comienzos de los 90s nació en Nueva Zelanda «Demoniac», una banda de Black metal que fue incorporando elementos Power Metal con el tiempo. Decidieron mudarse a Inglaterra porque en su país natal la escena era muy pobre. Lograron sacar algunos discos sin pena ni gloria y se separaron para formar «Dragonforce» y «Power Quest», hoy dos reconocidas bandas de Power Metal inglés. El baterista original decidió quedarse en su país boyando hasta que formó la banda que nos ocupa. Tal vez, algunos hayan visto la película neozelandesa «Deathgasm»; de ahí sacamos a Bulletbelt, quienes formaban parte de la banda de sonido.
Si bien la formación ha cambiado, este cuarto disco continúa con la propuesta original; Thrash Black Metal con olor a vieja escuela. La idea se ve concretada en cuanto a sonido, que en un principio olía algo plástico y lo pudieron ir corrigiendo con el pasar de los discos.
Luego de una tranquila introducción acústica se desata la tormenta. «Impaler» arranca a puro grito y quilombo, acomodándose con algunas buenas melodías cuando llega el coro y nos obliga al headbanging con el puño en alto. No falta algún blast de batería ni armonizaciones casi Punks que decoran el desmadre. «Punishment of God» golpea con mucho Thrash y «Herodian Kingdom» se pone melancólico a grito desgarrador, con un trabajo de guitarras simple y de buen gusto. Hay que salir del bajón, una buena manera es que suene un poco de Punk Rock. Así levantan a mitad del disco con «Blade on the Fire». El siguiente «Flames of Hell» vuelve al Thrash Blacker, aunque se respira un aire Crossover que se va mixturando con el Heavy Metal. «Boudicia» también deja entrever unas guitarras Maidenosas. El siguiente «Mutilate and Destroy» se describe desde el nombre a puro grito.
Para el final tenemos «Warlord», y tranquilo no va a ser. Entre el Thrash/Black/Punk, podemos linkear un poquito con lo que narraba al comienzo, ya que aparecen algunos arreglos de guitarra símil Power Metal del primer Helloween. Son pequeños guiños que le agregan interés al álbum. Acá no tenemos nada sofisticado, no hay nada nuevo ni nada que destaque sobremanera. No apunta a eso. Apunta a hacerte pasar un buen rato con sencillos y potentes riffs adornados con buenas melodías y un bajo que suena. «Warlords» es un disco muy efectivo, que puede ir desde los suecos Raise Hell hasta los tanos Whiskey Ritual, si no queremos arriesgarnos a nombrar Darkthrone.
Bulletbelt son: Steve «Cleaver» Francis (Batería), Paul Roberts (Voz), Tim Mekalick (Bajo) y Josh OBrien (Guitarra).