Si algo caracteriza a estos muchachos, es el tremendo cañazo que son sus placas, no conocen término medio entre velocidades, siempre en el carril de velocidad sin límites, me gustaría poder verlos en vivo alguna vez para comprobar si es verdad, que de tanta velocidad se cruzan demasiado.
El último trabajo de estudio lanzado a través de Napalm Records el pasado 15 de marzo, no varía mucho de sus predecesores, de hecho, hasta el nombre le viene de perlas a esta placa, tanto como la velocidad de la ejecución, como la temática que siempre toca, a veces un tanto cursi.
De movida, todo lo expuesto queda evidenciado en la pista de apertura, que es “Astro Warrior Anthen”, un tema bastante pasable y melódico, ideal para abrir este conglomerado de velocidad y potencia que es la placa, lo que se mantiene todavía en la pista que le sigue “Power Of The Triforce”, que tiene un inicio un poco más a medio tiempo, continúa manteniendo esos estribillos gancheros, y solos a una velocidad que hace honor al título del disco.
“Kingdom Of Steel”, baja por completo los decibeles y la velocidad, cayendo en una cuasi balada de rock progresivo, como para que no sea todo tan redundante (hasta ahora).
Ya en las pistas “burning Heart” y “Killer Queen”, volvemos a caer en la vorágine de velocidad y aquí la cosa si se pone un tanto repetitiva, siguiendo siempre la misma estructura, parte vocal, arreglos de viola vertiginosos, estribillos, y así sucesivamente.
“Space Marine Corps”, es quizá la perlita del disco, un tema con mucho de Edguy, no tanto en la estructura musical, sino en la parte lirica con esos toques de humor como en los discos “Rocket Ride “o “Space Police…”, una canción un tanto infantil que termina cayendo bien, lo mismo pasaría con la pista “Doomsday Party” (uno del video clip del Lp), pero desde un enfoque mucho más popero, incluso con la percusión electrónica y los arreglos ochenteros de teclados que la pista tiene.
Y como no podía ser de otra manera, el disco cierra a toda velocidad con la pista “Pixel Prison”, yendo un poco hacia atrás con el tema sonido, en fin, misma estructura.
La edición de lujo consta con dos bonus track, uno de ellos es un cover de Taylor Swif, un tema que no es otra cosa que un relleno para dicha edición, y el otro es otra versión de “Doomsday Party”, pero esta vez con la hermosísima Elize Ryd aportando algunas voces.
Como para ir cerrando, creo que el disco gustará a los incondicionales de la banda, pero con el correr de los temas se vuelve reiterativo hasta el hartazgo, cayendo en una monotonía difícil de digerir, muy buen sonido y ejecución, pero sin duda, nada nuevo bajo el sol, sin duda, una banda con tres o cuatro temas a lo sumo potables por disco.