Exodus – «Persona Non Grata» (Nuclear Blast, 2021)

Siete años han pasado desde al anterior trabajo discográfico de los californianos. Muchas cosas han generado el retraso para que esta nueva producción vea la luz. El cabecilla de la banda tenía su tiempo muy ocupado con el final de Slayer. Cuando esta se separó y Holt pudo dedicarle más tiempo a su amada Exodus, los frenó el Covid-19. Y lo que fue aún peor, un cáncer amenazó al baterista Tom Hunting, por lo cual decidieron retrasar aún más la salida de este nuevo disco.  

La segunda vuelta del vocalista Steve «Zetro» Souza se dio en Blood In, Blood Out (2014), que, siendo un muy buen álbum, se sentía como un trabajo compuesto para la talla del reemplazado Rob Dukes. Antes de pasar a detallarles «Persona Non Grata» voy a remarcar que esto ahora sí suena a Exodus hecho a la medida de Zetro. Ni más ni menos es lo que tendremos, le guste a quién le guste, o no. 

Tuve la suerte de ver a los Thrashers con todos sus cantantes, sin sentirme jamás defraudado, más por el contrario, cada uno me dejó su grato recuerdo con sus distintos enfoques, pero siempre sonando a lo que la banda suena: una descarga de energía constante. Si tengo que elegir un show, debo admitir que lo de Obras, junto a Motörhead en 1993, no me lo esperaba. Inclusive aplastando (a mi entender) al mismísimo Motörhead. Por ende, guardo a Zetro en un lugar muy importante, aun habiendo presentado en esa ocasión uno de los álbumes que menos me gustan de ellos.     

Volviendo al que hoy nos ocupa, anticipamos que podría llegar a dividir las aguas. Ya desde la portada, a cargo del gran artista sueco Par Olofsson notamos algo raro. Es una portada sublime, sí. ¿Pero son colores que quedan bien en Exodus?… Si así le buscamos el pelo al huevo podríamos pararnos a un lado o al otro de la grieta y tirarnos con todo.

Arrancar un álbum con un tema de siete minutos y medio es de «Persona Non Grata». Sin anestesia te aporrean a base de riffs vertiginosos y baterías marca Tom Hunting, con espacios para el bajo, solos de guitarra y la voz de Steven chillona y enojada como en sus días más oscuros. 

Bastará escuchar un poco de los siguientes «R.E.M.F.» o «Slipping into Madness» para comprender que lo que estaban buscando con este nuevo álbum era entretenerse rememorando mucho de lo que hicieron en el pasado. Sin con esto decir que el trabajo es un refrito, porque no lo es. Notaremos detalles que nos sonarán tan naturales, como adrede. Detalles que en realidad actúan de marca registrada y serán de total disfrute para el viejo fan de la banda. Cada nota te llevará a apretar el puño y fruncir el ceño; o podrá resultarte monótono si es que no llegaste a disfrutar trabajos mecánicos de repetición (para mi grandiosos) como aquel «Impact Is Imminent» de 1990. Aunque no todo termina acá, porque también dejaron espacio para piezas más bizarras, como «Elitist». Este nos llevará por otros rumbos con tonos de voces más Hardcore y bases que parecen salidas de la muñeca de Scott Ian.   

Algo de oscuridad se hará presente en «Prescribing Horror». Bajando el tiempo para generar una atmósfera pesada y preocupante para que las voces puedan encarnar distintos matices, con una letra que trata sobre un medicamento para calmar las náuseas durante el embarazo, que provocó miles de casos de malformaciones en los bebes. Sus llantos al final de la canción congelan la sangre. Mientras que en «The Beatings Will Continue (Until Morale Improves)» vuelven a aparecer los riffs de exoexcelencia y toda la agresión que los caracteriza, con coros de arengue ultraviolentos. Una paliza de tres minutos para cerrar la primera mitad del álbum ganando por K.O. 

«The Years of Death and Dying» muestra una onda Thrashgroovera y estribillos que pueden acercarse a lo más Power de Kreator. Pero lo más desafiante en esta canción resultan ser los solos de guitarra, que juegan con las disonancias y puden llegar a parecer arriesgados. A mi gusto, le aportan originalidad, pero sigo prefiriendo la ultraviolencia de otros temas, como el siguiente «Clickbait». Con sus latiguillos clásicos de la era Zetro; con buenos fills de batería entre machaques tajantes y los bajos sonando como pared metálica. 

En castellano, «Cosa del Pantano», se presenta como un instrumental de guitarra acústica cuasi country, que se pega al tema más largo del disco, con ocho minutos de duración: «Lunatic-Liar-Lord». Mucho Exodus, mucho solo, mucha era Zetro. Desde las palabras del título y en retrospectiva de «Tempo» a «Pleasures», dejará particularmente en el medio de esto a los estribillos vocales del siguiente «The Fires of Division», que también aporta unos pre bastante guturales, al igual que en el final con «Antiseed».

Un disco apuntado al público de la era Souza, con mucho énfasis en los trabajos 89/90 donde, a pesar de varios condimentos como las armonías en los coros o los toques símil «Tempo of the Damned», tendremos una declaración de principios desde la repetición de las bases.  Andy Sneap logra sacar brillo a la sangre desde las perillas, generando un exquisito balance sonoro entre los instrumentos, aunque debo decir que la paleta de colores asignada a la batería ya la he escuchado cientos de veces en él, y es aquí donde me hubiese gustado algo más acorde a lo que intenta trasmitir el álbum. La adrenalina del Thrash de la Bay Area al taco, cargado de letras que hurgan en lo nocivo de la humanidad.

Exodus son: Tom Hunting (Batería), Gary Holt (Guitarra), Steve «Zetro» Souza (Voz), Jack Gibson (Bajo) y Lee Altus (Guitarra).