A veces me resisto un poco a los proyectos unipersonales. Me cuesta asimilar y visualizar a una sola persona tocando todos los instrumentos. Será que estoy muy enraizado al concepto de “grupo”, en el cual distintas personas convergen en una idea y cada cual aporta lo suyo para que el proyecto en cuestión cobre vida, adquiriendo así distintos genes que lo harán uno. Más allá de que esto al ser llevado al show en vivo tome otra entidad… en fin. Hecho este descargo innecesario voy a pasar a contarles sobre este escocés, James McBain, ya que el joven de 28 años es un fuera de serie. Una mente super capaz que hace olvidarme de lo que arranqué escribiendo, e inclusive puede llegar a ponerme en ridículo.
Su proyecto Hellripper (destripador infernal… y vaya que algo de eso hay en su música) data del año 2014, y lleva editados tres álbumes de estudio más algunos Eps. No voy a mentirles, y admitiré que es la primera vez que le presto atención a un trabajo completo de James McBain. Claro que antes de escribir al respecto le pagué una leve repasada a sus trabajos anteriores (muy leve) porque no necesito ser un erudito en Hellripper para comentarles lo bien que me pegó su último disco. Así que allá vamos…
Acá no hay climas introductorios, ni misticismo, ni nada por el estilo. El trabajo arranca con “The Nuckelavee” a las piñas, y va pasando del Thrash radical hasta adquirir detalles cercanos a bandas como Tribulation. Tenemos mucho cambio de métricas, solos disfrutables al estilo de la vieja escuela, voces con el toque harsh del Black Metal, pero sin llegar a extremos insufribles, y un formato canción que te hará mover la patita en varias oportunidades. Así continúa la onda en “I, The Deceiver”, donde el Black Metal está muy presente poniendo las voces desgarradoras en medio de las melodías agresivas cargadas de tremolo picking y los machaques pegadizos, que serán una constante en todo el álbum.
Es en temas como “Warlocks Grim & Withered Hags” donde James nos muestra su amor por el Metal más clásico, con mucho de la NWOBHM. No por nada eligió esta pieza para que lleve el título de su nueva obra. Las guitarras logran destacarse con un desparramo melódico, buenos solos y algún arpegio climático. Inclusive suma guiños folclóricos con unos sonidos de gaitas a cargo de Antonio Rodriguez.
“Goat Vomit Nightmare” y “The Cursed Carrion Crown” se mueven por los caminos del Speed Metal, o clásico Blackened Thrash ´n Roll. Entretenidos y frenéticos, con unos solos de guitarra espectaculares; mientras que en “The Hissing Marshes” notaremos guiños obvios a Motorhead, y algunos detalles que también pueden hacernos pensar en Annihilator. Es obvio que este muchacho sabe muy bien lo que hace, se lee fácilmente su amor por el Metal; se siente su admiración a bandas como Dissection en todas las estructuras melódicas de su música. “Poison Womb (The Curse of the Witch)” es un claro ejemplo de todo esto, y un buen transmisor del sentimiento que James McBain pone en lo que hace.
La última pista “Mester Stoor Worm” cuenta con ocho minutos y medio de diversión total. Momentos ultra-thrashicos de riffs que nos remontaran al viejo Raise Hell, o hasta el viejo Emperor, donde las voces se ponen algo más espesas y los blast de batería son atronadores. Al ser un tema largo es sabido que encontraremos mucho detalle, muchos cambios, clima, o solos que despegan todo el tiempo. Hay un trabajo de guitarras muy efectivo durante todo el álbum en realidad. Podríamos decir que es uno de los puntos más destacables en Hellripper, ya que generan una atracción total, a pesar de que estas no desborden originalidad. Es obvio que el trabajo está lleno de guiños y latiguillos utilizados por montones de bandas, pero aun así se volverán adictivos por lo bien ejecutados y puestos que están. Su manera de tocar la guitarra tiene mucho de Jon Nodtveidt, pero también mucho de Jeff Waters, y decir esto es razón más que suficiente para prestarle atención a este trabajo.