Uno de los tantos proyectos formados por el bajista de Napalm Death, Shane Embury, allá por finales de los 90s ha llegado a su quinto trabajo de larga duración. Lo acompaña desde hace más de una década, el chileno de la banda Criminal, Anton Reisenegger (también compañero en Brujería) en guitarras. En la batería esta vez tenemos al castigador del Grind, Adam Jarvis (Misery Index o Pig Destroyer por ej.) quien entrase en reemplazo del puesto que, hasta aquí, siempre había ocupado el baterista de las mil bandas, Nicholas Barker. Como novedad, han abierto otro canal para las voces. Desde hace algunos años se encuentra escupiendo al micrófono el ex-Brutal Truth, Kevin Sharp, pero en esta ocasión también volvió a reincorporarse el gritón de At the Gates, Tomas Lindberg; quedando la formación por vez primera con dos cantantes principales.
Quién no se encuentre familiarizado con el proyecto, sepa que lo que estos afamados músicos practican es Grindcore, con un sonido ligado al Death moderno. Con buenos momentos en sus inicios por lo llamativo de la propuesta y la unión de personalidades, que un poco se fue diluyendo con el correr de los años (no quiero compararlo con Brujería, pero lo estoy haciendo); aunque, a pesar de esto, los trabajos de Lock Up resultan ser bastante parejos, musicalmente hablando.
Catorce temas, dividido en treinta y ocho minutos que dura el trabajo, nos dará un promedio de un poco más de dos minutos y medio, aproximadamente, por tema. Así que agarrense fuerte porque lo de estos muchachos es intenso.
Una intro de suspenso industrialoide pone en marcha el álbum para que “Hell Will Plague the Ruins” descargue ultraviolencia a puro blast y bases Napalmdethicas, donde se irán moviendo ambas voces del proyecto despotricando una a una, o en combo.
“The Dregs of Hades” continúa a griterío y golpes asesinos, mientras que en “Black Illumination” percibiremos algo más de gancho desde las bases, bajando los decibeles sobre el final, para dar paso a otras descargas de ultraviolencia como “Dark Force of Conviction”, “Misdirection Thief” o “Dead Legions”. Podemos imaginar a estos dos personajes gritando al máximo de lo humanamente posible, mientras sus rostros enrojecidos exudan toxinas sobre un torbellino de distorsión aniquilador.
“Triumph of the Grotesque” deja ver el costado más Hardcore/Punk de Lock Up que estallará en Grindcore con “Nameless Death” donde los golpes del baterista se vuelven irreproducibles.
“A Sinful Life of Power” contiene tal vez los riffs más entretenidos del trabajo, pero recuerden que aquí no hay espacios para la melodía o los solos virtuosos. El álbum seguirá su curso a castigo puro con temas como “Ashes”, “The Blind Beast” o “Reign On in Hell”. Y sólo bajará su ritmo sobre el final con los seis minutos de “Crucifixion of Distorted Existence”, con unas bases sofocantes para que te arrastres por el piso luego de una gran paliza sónica.
Podría decirse que una vaga escucha de este nuevo trabajo dejará un gustito monótono, pero si te adentrás en las profundidades de “Los desechos del Hades” encontrarás algunos matices en cada descarga, que se volverán adictivos. Las voces combinan de maravillas haciéndose diferenciables en un balance adecuado, donde no suele sobresalir más una que otra, pero si debemos remarcar que Tomas Lindberg ya no posee la contundencia de antaño, y sus cuerdas vocales se perciben algo más gastadas, como apuntamos en su anterior trabajo de At the Gates. No estamos ante la obra máxima de Lock Up, claro está, pero las voces han puesto un lindo punto a favor. Musicalmente tendremos los clásicos latiguillos (o latigazos) del Sr. Embury con algunos detalles machacantes de Anton, sobre una base de batería ametrallante, y todo esto enmarcado en un audio de medios fuertes y filosos que lacerarán tus oídos.