Soen – “Imperial” (Silver Lining Music, 2021)

Ahora sí… La que hoy nos ocupa es una banda formada en Suecia allá por 2004, y cuenta con Martín López (ex baterista de Opeth) como miembro principal. Por sus filas han pasado algunos músicos de renombre, como el bajista Steve DiGiorgio (Sadus, Death o Testament), por citar alguno. Esto le da el mote de supergrupo, aunque a mí me cuesta concebirlo de esta manera. En sus inicios podíamos describirlos fácilmente como una fusión entre Tool y Opeth, y si bien mostraban un producto de calidad, lejos estaban de llamar mi atención. Ojo, es un comentario totalmente personal.

¿Entonces cuál era mi problema? (reitero que es personal, y que muchísima gente ha disfrutado sus primeros álbumes). Sinceramente no lograban llegarme. Recién con su tercer trabajo (Lykaia 2017), o más aun con el cuarto trabajo (Lotus 2019) comencé a experimentar algo más que sensaciones de lo que antes nombraba, se estaban des-Toolizando. Eso generó que les preste más atención, realmente noté que habían encontrado su rumbo. Lo cierto es que este disco les abrió un montón de puertas, y merecido lo tenían.

Este 2021 nos presentan su quinto álbum “Imperial”, y mi yo reticente ha caído a sus pies.

Golpes contundentes, machaques pesados y grooveros dan inicio en “Lumerian”. Desconcertados sentimos la fuerza del Hardcore, pero caemos en un abrir y cerrar de ojos ante un clima sentimental, melancólico y aún así ganchero. Los machaques reaparecen, la canción sube y baja de una manera impoluta. Hay algo popero… Hay mucho trabajo de detalles sencillos que parecen ser puestos por un productor de mente maestra.

“Deceiver” es otra bomba con machaques potentes y espacios para respirar. Aparecen los estribillos que nos llevan con los ojos cerrados a un viaje de perfección de trabajos vocales, con adornos de guitarras excelentes. 

“Monarch” va a continuar en la línea y lo va a llevar más lejos. Atmósfera, fuerza, espacios, detalle, un solo de guitarra clavado y unos estribillos que sobresalen. No hace falta rellenar con locuras, los detalles sencillos y clásicos no fallan. Se puede poner cada armonía en su lugar, y a esto agregarle unos instrumentos de cuerda para llegar al éxtasis total. 

Llega el turno de la balada, y esto es algo que ya han hecho. En “Illusion” podemos notar ese viejo aire a Opeth (el sentimiento de “Epilogue” de “My My Arms, Your Hearse” por ejemplo) mezclado con Pink Floyd. Podemos también sentir que se erizan los pelos del brazo con el solo de Marcus y engañar a algún desprevenido con que estamos escuchando a David Gilmour. Podemos disfrutar las voces, otra vez, con unos coros magistrales, y podemos volver al machaque y a las baterías poderosas en el siguiente “Antagonist”. En este encontraremos también solos de guitarra y lo más pesadito del disco, siempre suavizado con estribillos y arreglos de producción que le aportan sofisticación al producto.  

“Modesty” parece llevarnos al pasado de Soen con algún leve detalle de guitarras suaves en plano melodeath moderno sueco, arreglos de cuerda y la voz de Joel pidiendo que lo sigamos. Otro tema tranquilo cargado de emotividad.

“Dissident” vuelve a equilibrar con gancho y cortes progresivos desembocando en los ya clásicos estribillos embellecedores. Hasta aquí no ha habido puntos bajos; de hecho se hace difícil elegir lo mejor de la placa, y si pensamos que lo más flojo puede estar al final, siendo una balada la que cierra el disco, estamos lejos de atinarle. Esta última melancólica canción, “Fortune”, es una pieza exquisita de música. Otra vez los arreglos vocales se salen del molde. La letra penetra a suspiros, las guitarras acompañan mientras una orquesta carga de emotividad los coros. Tenemos otro lindo solo de guitarra y algún guiño a Pink Floyd desde los delays en la voz. No sé hace cuanto no escucho una balada tan profunda, tan bien armada. Señoras y señores, este es un cierre de disco… a piel de gallina.    

La diferencia más notoria radica en la voz de Joel, con todo el trabajo de armonías y colchones que adornan la placa. Este muchacho se ha perfeccionado al punto de cargarse el disco. Han refinado la propuesta que marcaron en su placa anterior, con una producción sublime que transmite pulcritud y cuidado del más mínimo detalle, sin entrar en laberintos de complejidad progresiva.

Una vaga escuchada a este “Imperial” puede dejarte una sensación prejuiciosa de melosidad prog/emo, pop rock. Pero si sos fanático de la música en general sus arreglos te irán comprando. Ese paso exquisito de lo pesado a lo sentimental que fluye de manera tan natural se tornará adictivo. Cada instrumento ocupa su lugar de una forma pensada y precisa, todas las piezas encastran perfectamente. Tendremos algo de oscuridad, como nos muestran en la portada, con ese brillo, ese movimiento y esa excelencia natural que los pone de seguro a tener en cuenta para la lista de los mejores del año. Y eso que esto recién empieza.

Soen son: Martín López (Batería y Percusión), Joel Ekelöf (Voz), Stefan Stenberg (Bajo), Lars Åhlund (Teclado y Guitarra) y Cody Ford (guitarra).