Therion – “Leviathan” (Nuclear Blast, 2021)

Corren los rumores, pasan en voz baja como un secreto al oído, de boca en boca, no muchos se animan a gritarlo. ¿La bestia ha vuelto?

 Emergiendo “de la oscuridad” a inicios de los 90s, se abrió camino alejándose de la muerte con la incorporación de nuevos elementos. Su domador: Christofer Johnsson, le dotó de cualidades sinfónicas y operísticas convirtiendo a Therion en un espécimen único. Supo moverse y deslumbrar durante años, encantando con mitología y ocultismo. Pero en la última década estaba dejando de brillar, su paso no era tan firme, su magia dejaba de hacer efecto. Su “Amado Anticristo” había llegado en el año 2018 llevándose a la bestia a un gran letargo, generando algo en el clima que provocó a los humanos unas tres horas de somnolencia.

Años más tarde, luego de este sabor amargo y sin esperanzas, hay quienes dicen haber escuchado otra vez su rugido. Mi experiencia es confusa:

“The Leaf on the Oak of Far” me descoloca. De una forma casi cómica se materializan voces femeninas sobre riffs de Heavy Metal feliz, y me recuerdan a las Babymetal, unas japonesitas bailando con sus vestiditos de tutú sobre guitarras filosas. Los exagerados efectos, el autotune y el audio plástico comienzan a hacerme mal. Los coros operísticos típicos aparecen y logran estabilizar un poco mi presión, pero todavía me siento algo confundido. 

Veo que sigue “Tuonela”. Ese nombre nos suena, claro. Quien aparece aquí para contarnos sobre el reino de los muertos en la mitología finlandesa es el ex Nightwish, Marco Hietala, poniendo sus voces sobre una composición bastante sencilla, pero que logra ir atrapándote de a poco. Los arreglos instrumentales y la hermosa voz de Taida Nazraic comienzan a hechizarnos.

“Leviathan” emerge de las profundidades donde se posan esos viejos tesoros de finales del milenio pasado. El clima nos transporta, reconocemos el rugido. La bestia aun vive, aquí la hemos escuchado.

El festejo es medido, nos relajamos al son de “Die Wellen der Zeit” y alzamos nuestras finas copas mientras la orquesta adorna la velada.

“Aži Dahaka” trae un poco de velocidad, pero las métricas básicas de la voz llegan a empastar el inicio. Melodías arábigas, baterías fuertes y concisas, sumadas a la voz soprano de Chiara Malvestiti (quien realmente se luce), van generando un grandioso in crescendo en la canción, para cerrar y dar con “Eye of Algol”. Continuando con ese aire arabesco de medio oriente que le sienta tan bien, la bestia pisa fuerte en la mitad de un álbum que va a pedir más escuchas. 

“Nocturnal light” no se sale del molde, pero se vuelve más épico y deja espacios para que el multi instrumentista Snowy Shaw, haga de las suyas en la batería, con apoyaturas y fills magistrales. 

El Power Metal se apodera de “Great Marquis of Hell” en sus dos minutos y medio, mientras que “Psalm of Retribution” araña un medio tempo a oscuras, poniendo a Lori Lewis y Mats Levén al frente para dar cátedra con sus cuerdas vocales. 

“El Primer Sol” genera interés por la mezcla entre inglés y español. Pero no es un tema que realmente destaque por su composición. El guitarrista argentino Christian Vidal suma con uno de los pocos solos del disco, pegadito al último track del álbum “Ten Courts of Diyu”, donde también tendrá un pequeño espacio para meter sus dedos. Y, por tercera vez desde Sarajevo, aparece Taida Nazrai para aportar lo que, al menos para mí, han sido las voces más ricas de este trabajo.

Leviathan es el álbum número diecisiete de los suecos (o del sueco y cía). Si también se preguntaban si la bestia había vuelto, puede ser algo difícil de contestar. Es verdad que los condimentos clásicos de la banda están, así que por ese lado podríamos decir que sí ha vuelto, pero citar que es el trabajo número diecisiete no era por nada. Son muchos discos y la gran mayoría de ellos se pondrán por sobre este. Eso no lo hace un disco malo, tiene algunos buenos puntos a favor, pero también algunos detalles que restan, como la diferencia en algunos audios de las baterías, o la sencillez de las bases de guitarra que pueden tornarse predecibles y aburridas.