El carismático y polémico noruego se presentaba otra vez en Argentina. La primera visita al país ocurrió con su ex banda Immortal, allá por el año 2011, en un inmejorable show. Luego volvió ya como solista en el 2017 junto a Amon Amarth, y en el 2019 se daría el escandaloso no-concierto ocurrido en Palermo Club, dejándonos una infinidad de memes que se harían más famosos que su propia música. Sin dudas ese día originó un punto de quiebre que abriría grandes heridas en sus fanáticos. Una grieta separaba (quizás hasta el día de hoy) al fan que todo lo perdona y decide apoyar a su ídolo, contra la persona que se sintió estafada, atribuyendo a una total falta de respeto por parte del músico. Las dos veredas son entendibles, pero el tiempo pasa, y es aquí el momento justo donde nos preguntábamos si las heridas habían o no sanado…
Enterados de que Abbath se encuentra controlado por su círculo, entendíamos que esta vez no podía fallar. Pero el fantasma siempre está presente.
A la hora señalada abría el evento la banda local Exterminio. Los comandados por el vocalista Fernando Grippo llevan varias décadas sobre las tablas escupiendo su furioso Death-Grind, hoy con cadencias más modernas. Para sorpresa de varios de los pocos asistentes al momento, tras la batería se encontraba el ex-miembro Juan Calvete. Un asesino de parches, quien pudo demostrar que, a pesar de no estar en actividad, se encuentra en un estado de criogenia musical admirable. La banda repasó material antiguo e hizo hincapié en su última placa del año 2016, Narcorporations. De aquí se destacaron a mi gusto “Pícala peinala tomala” y “Supremacy Of Evil”, una de las composiciones más climáticas del quinteto. Con un sonido que se mantuvo sólido y parejo, Exterminio dejó el escenario calentito a Climatic Terra.
Otra sorpresa ligada al regreso de integrantes se daría por la presencia de Silvina Harris al micrófono. Si bien sabía que estaba otra vez al frente de la agrupación desde hace un par de años, yo no había tenido el gusto de verla en acción con Climatic Terra en esta nueva era. Un poco más de Death Metal (de corte melódico y Thrasher) fue calentando el Teatrito mientras la gente iba ingresando de a poco. El sonido también se mantuvo parejo, salvo por algunos momentos donde una de las dos guitarras perdía la distorsión por algún inconveniente técnico. Fuera de esto pudimos apreciar un show entretenido donde también hicieron hincapié en repasar viejas canciones, inclusive yéndose hasta el “Earth Pollution” del 2011.
La tercera y última banda local, Nuclear Sathan, acercaba su propuesta a la del plato principal. El Black Metal se hacía presente en el recinto, las luces bajaban para aclimatar la velada, que entre cráneos de animales e invocaciones satánicas dejaban a los asistentes en trance. Si bien el sonido en general también fue parejo, este dejaba un rango amplio de frecuencias limpias (entre lo espeso de su música) para que no se escapen los detalles. Algo que debería jugar a favor en la mayoría de las bandas del género, pero que en Nuclear Sathan dejaba en evidencia las desprolijidades de la banda. Por momentos la batería lograba despegarse de las cuerdas, generando confusos momentos marcados por el doble bombo. En fin, sabemos que probar sonido en los eventos de bandas extranjeras es casi imposible, y muchas veces los músicos luchan por encontrarse en los retornos. No sé si fe el caso o no, pero sería entendible.
El Teatrito se encontraba a la mitad de capacidad, e intuíamos que muchos no vendrían debido a la catarata de shows internacionales y la situación del país. Pero poco podíamos arriesgar por la espina dejada en aquel no-concierto del 2019 en algunos de sus fans. Evidentemente la herida no curó para muchos, y apenas podría arriesgar a decir que había unas trecientas personas. En fin… lo que estábamos a punto de presenciar sería otro capítulo imborrable en relación al sujeto. Esta vez retractándose con creces musicales por aquel fallido concierto de Palemo Club.
Fresco como una lechuga salió Abbath junto a sus músicos, para desparramar temas de su último trabajo. “Acid Haze”, “Dream Cull” o el homónimo “Dread Reaver” nos recordaban el propósito de esta nueva gira. Aunque también sonaron piezas de Outstrider, como “Hecate” o “Harvest Pyre”, y canciones de su trabajo de 2016, como “Ashes of the Damned”, “Winterbane” o el final a todo trapo con “Endless”. Pero en medio de todo esto hubo espacios para castigarnos con cortes clásicos de Immortal. La majestuosa “In My Kingdom Cold” abría círculos en el pit para que varios asistentes se reten en el pogo, mientras a otros les brillaban los ojos por el simple hecho de poder volver a escuchar obras como esta de boca del mismo Abbath. “Beyond the North Waves” y “One by One” también recordaban lo bueno que es el disco Sons of Northern Darkness. Mientras que “The Rise of Darkness” brillaba con el gancho impoluto de All Shall Fall. No faltó espacio para recordar la placa “I” con piezas como “Warriors” y así tener, aunque sea un poquito de cada cosa. Abbath se retractó, se comportó como un caballero (tal vez demasiado para quienes entendemos como es el y lo que transmite), pero ante todo demostró que aún puede brillar. Sus canciones tienen peso, su presencia tiene peso, y el show que toda la banda brindó fue de características altamente profesionales. Debo destacar la actuación de Ukri Suvilehto tras los parches… una verdadera máquina. Visualmente, sónicamente y emocionalmente, podemos decir que en conjunto fue un show único. Alcemos nuestras copas y brindemos por eso (Abbath con gaseosa).
Gracias Marcela Scorca e Icarus por permitirnos cubrir el retorno del Rey!