Uno trata de ser objetivo y aislarse o desaferrarse del fanatismo, tanto como a la inversa con las cosas que no le llegan por cuestión de piel. Obviamente se trata de evaluar el arte tratando de describirlo desde un consumidor neutro. A veces se hace muy difícil, inclusive uno no puede reseñar todo porque sí. Un conocimiento hay que tener y también un límite de neutralismo. Después de todo, no somos máquinas, hay sentimientos que juegan fuerte y también errores de humanidad.
Nunca disfruté mucho de los sonidos más folclóricos o géneros como el Viking Metal. Simplemente no es lo mío. Si nos vamos al bosque (musicalmente hablando), hay quien se transporta a la felicidad, la paz, la reunión y la fiesta, como lo viviría un Hobbit. Está perfecto, y bien por ellos. Yo tendré una falla en mí A.D.N. que me lleva a la oscuridad, la soledad, el chirrido de los árboles o los animales salvajes. También aplica para las situaciones de fiesta cervezal vikinga, que están bien, pero yo los prefiero salpicando sangre a espadazos.
Meaculpa tipeado, puedo decir que lo poco de atención que le di a esta banda habrá sido por haber escuchado muy por arriba melodías, instrumentos o cosas que me llevaban más al lado del no que al del sí. Ese lado del sí, está ocupado por algunos discos de Bathory, el viejo Old Mans Child, o cosas de estos tiempos como Abbath (que no suena tan vikingo, ok). Mucho de eso es lo que me encontré al escuchar este “North Star”, y créanme que lo estoy disfrutando como Hobbit en fiesta de la Comarca (?).
Este noveno disco de los noruegos inicia con “The Blood and the Iron”. El título ya apunta a mi lado del sí. Sonido limpio, riffs entretenidos, baterías contundentes, coros pegadizos, martillazos contra el yunque y todo lo que puede caber entre Abbath y Satyricon.
“Stars” descoloca con unos sonidos de sintetizador y un clima atmosférico pulsado por un bajo con cuerdas que parecen recién estrenadas. Esto acaba de comenzar, y el abanico ya se abrió de punta a punta. Así que imaginamos que todo lo que habrá en medio será de pleno disfrute. Le damos al sí con “West Coast Groove”. Esto no puede ser más pegadizo. Con una base bailable y arreglos de guitarra finísimos, nos conducen a un puente de bajo que nos introduce a un solo de guitarra Heavyrocker genial.
“Ascension” supera los siete minutos y medio. Dosificarán esto llevándonos a distintos puntos durante la canción, y continuará con una de las piezas más cortas: “Higher Fire”, que se mueve a base vikinga rockera de medio tempo. Estas dos tal vez sean de lo menos jugoso, porque poniéndonos ultra-exigentes sentiremos un pocito en el medio del disco (o no, el gusto es personal y subjetivo) pero aún así, no dejan de ser buenas composiciones.
“Echoes in Blood” resonará en nuestras cabezas desde el coro, o con las guitarras que se baten a duelo contra el ride de la batería, sacando chispas cual espadas pesadas. Los solos épicos de Heavy Metal y los bajos firmes dejarán el terreno allanado para que entre “Listen to the Graves”. Seguiremos respirando metal del bueno desde un lado oscuro y épico, donde las guitarras se van entrelazando con el bajo de una manera clásica y efectiva.
Los últimos seis minutos de estos cuarenta y dos y medio que pasan veloces, son para “Chasing The Serpent”. A media marcha (o baja) nos transporta a los años 80. Los coros, la base, los solos… todo está ahí bajo un empapelado oscuro (o Black) que es prácticamente transparente. Será por eso que este “North Star” pega bien.
Desde que apretamos play te va llevando solo. Es un viaje que podrías disfrutar cantidad de veces. Tenemos bajos muy presentes, que pueden ir desde un sonido Impaled Nazarene hasta un Ellefson de Megadeth, matizando con más o menos distorsión, pero siempre sonando limpio y brillante. Baterías que van más a lo contundente que a lo técnico o rebuscado, y voces Satyrabbath con coros infalibles. El audio es otro buen punto, porque con un oído entrenado podremos llegar a distinguir algunas marcas de instrumentos debido a la naturalidad de su sonido. O creeremos que es así, disfrutando de cada cual cumpliendo el rol que perfectamente le fue asignado. Notaremos desde guitarras con pastillas picantes hasta solos a simple bobina. ¡Una hermosura!
Frode Glesnes (Voz y Bajo), Ole Sønstabø (Guitarra), Gerhard Storesund (batería y teclados) y Tom Enge (Guitarra y coros)