Si bien Sarke refiere al apodo del músico noruego Thomas Berglie (baterista de Tulus y Khold) difícil es imaginar a este proyecto como un trabajo de un músico solista. Si no fuese por el nombre podríamos decir que hasta podría ser tomado como una especie de supergrupo (no de las grandes ligas, claro). Artistas notables, como Nocturno Culto (de Darkthrone) lo vienen acompañando y poniéndole voz a Sarke desde el inicio de esta historia, allá por el año 2008.
Este nuevo trabajo comienza de golpe con «Phantom Recluse». El sonido totalmente pulcro deja apreciar muy claramente las capas de arreglos musicales de teclados, ejecutados por Anders Hunstad. Es indudable el aporte elegante que este le agrega a una canción que de otra forma se parecería más a un cover de Celtic Frost. Si bien la voz de Nocturno Culto suena muy cercana a la voz del icónico Tom Warrior, entenderemos con el correr de los minutos que esta no podría encajar de mejor manera con el concepto de un álbum que va mutando todo el tiempo, y que es justamente él, el encargado de mantener unidos los eslabones de una cadena deforme. Los cortes progresivos de «Death Construction» se contraponen a la totalmente ambiental «Lost», para dejar bien en claro lo que acabo de citar. Pero no lean el «deforme» como algo malo, sino más bien todo lo contrario, ya que estamos hablando de música experimental.
Noruega es sinónimo de Black Metal, y algo de eso habrá en esta entrega, pero recuerden que estos personajes se guardan la faceta más radical para sus bandas principales. Acá no faltará el clima Pink Floydeano en canciones como «Abyssal Echoes» o «I Destroyed the Cosmos», ni los riffs más rockeros en «Old Town Sinner» (aunque oscurecidos por los teclados y la narración seca de Nocturno Culto) con uno solo de guitarra fuera de serie a cargo de Steinar Gundersen, quién los acompaña desde el año 2011.
Si ustedes buscan el lado más extremo en esta placa, deberán acercarse al final y ponerle atención a «In Total Allegiance», donde todo suena más siniestro; o también podrían sumergirse en los tonos Sabbaticos hipnotistas de la última pieza, «Macabre Embrace».
No tengo toda la discografía de Sarke en la mente, pero me alcanza para pensar que Endo Feight no va a desconcertar a nadie. La banda mantiene la esencia como eje principal, aunque debo destacar que el trabajo de los teclados le da un aire de sofisticación mucho más amplio que en trabajos anteriores. Estos teclados se acoplan a la perfección con las guitarras y realzan los riffs. Los espacios climáticos también funcionan muy bien con la rudeza de la voz, y el factor sorpresa sorprende sin asustar. Sarke va un poquito más allá que en Gastwerso del año 2019, pero no se olvida del resto. Desde el detalle progresivo al minimalismo, se puede ver algo de luz en la oscuridad de este octavo álbum, y eso hace que sea un trabajo sumamente disfrutable.