Death to All – “Muerte por vida, muerte a todo. Tour 2024”.

Me imagino que no debo explicar demasiado acerca del proyecto que volvió a pisar nuestras tierras luego de casi 10 años desde su primera visita al  país. Ni porqué lo hacen, ni para qué, porque nada (por importante que fuera) tiene más importancia que el hecho en sí de poder ver y escuchar el legado inmortal de Chuck. Créanme que cualquier prejuicio puede ser reducido a las cenizas de la estupidez humana con sólo escuchar el primer acorde.

Arribé al lugar cuando la banda que abría la velada daba por finalizado su show. De todas maneras, debo decir que conozco desde hace añares a Lesa Humanidad, y de hecho hubo un recital donde me compraron para siempre. Justamente ese día, allá lejos en el tiempo, en un lugar que también se ubicaba sobre la calle Sarmiento, a unas pocas cuadras (Speed King), los Deathmetaleros bonaerenses rendían homenaje a Death, haciendo hincapié en el disco “Spiritual healing”. Por ende y aún sin haber presenciado su actuación, entiendo que Lesa Humanidad era una banda más que acertada para esta fecha.

Pocos minutos transcurrieron para que el trío Buena Muerte se plante en el escenario para desparramar su música. Hoy, dicha banda, se encuentra formada por miembros relacionados directamente con la legendaria Devastación y, aunque podamos llegar a linkear algo en su sonido Death Metal con alguna pinceladita de Thrash, lo suyo toma su forma a base de potentes riffs y cadencias que nos pueden llegar a hacer pensar en los neerlandeses Asphyx. En un comienzo se los notó algo dispersos, y es seguro que acarreaban problemas de monitoreo, pero lo cierto es que para afuera del escenario se sonaron todo.

El lugar comenzaba a colmarse en medio de la presentación de la tercera banda local, Dislepsia. Los comandados por Ramón Farias (bajista) también son una de esas bandas de la escena extrema local que he visto en vivo incontables veces. Lo suyo también comprende mucho de Death Metal vieja escuela con alguito de Thrash; pero de alguna manera estos muchachos están logrando que su propuesta suene fresca. Se notan más afilados que nunca y nos brindaron un show con un sonido muy bien logrado (creo que Clovis Avile Torrilla fue el encargado de operar todas las bandas locales), dejando el lugar calentito para la banda principal.

Los hectopascales estaban en cualquier lado, una amiga que recién ingresaba me comentaba que afuera se caía el cielo y que otra vez se estaba inundando todo. Adentro, se nos estaba por inundar el pecho de emoción. Luego de un lapso bastante largo (como la fila de la barra para comprar cerveza) salían los músicos estadounidenses para darnos una lección de cómo deben ser interpretados los temas de Death. Con un escenario que apenas muestra un logo, porque ni siquiera se necesita de eso acá, el bajista Steve DiGiorgio asumió el papel de director, interactuando con el público (tanto en inglés como en castellano). El vocalista y guitarrista Max Phelps se dedicó de una manera bastante humilde a representar el papel de Chuck Schuldiner. Y con la palabra humilde, me refiero a un respeto total y pulcro, comparable a la actuación de Gary Holt en Slayer. A su izquierda, el guitarrista Bobby Koelble demostraba por qué Chuck lo eligió para ser parte del disco Symbolic (una de sus obras mejor logradas) y por detrás teníamos al reloj atómico, el colosal (aunque está más flaco) Gene Hoglan. Nada podía salir mal con semejante equipo, y así lo demostraron desde que se abrió el telón con “Open Casket” (por demás acertado). Sonido perfecto, emoción al taco y un lugar repleto que coreaba no sólo parte de las letras sino también algunas partes de guitarra. Así se vivió la fiesta en honor a Chuck, donde se repasaron todos sus discos en casi dos horas. “The Philosopher”, “Suicide Machine”, “Scavenger of Human Sorrow”, “Flesh and the Power it Holds”, Lack of Comprehension”, “Crystal Mountain”, “Zombie Ritual”, “Spirit Crusher” o la última “Pull de Plug” fueron de las más festejadas (por no poner todas).

Sabemos que la figura principal no estaba presente en el escenario, pero se sintió como si estuviera ahí. No sólo arriba, sino también abajo, entre la gente. Sus composiciones fueron de todos los presentes y su legado está cada vez más vivo. Debemos agradecer que estos músicos, sus compañeros y amigos así nos lo recuerden. ¡Chuck Not Dead! ¡Death to All!

Muchas gracias a Icarus y a Marcela Scorca por invitarnos a tan emotiva noche.